lunes, junio 28, 2004

He vuelto a escuchar una canción que tuvo cierta fama (más bien poca) allá por mediados de los ochenta. Seguro que la mayor parte de la gente que vivió en aquella época ni siquiera la conoce. Pero para mi fue bastante importante.
La canción se titula "Los Salvajes" y está interpretada por Magenta. Un grupo de chicas a medio camino entre el Techno-Trash (muy muy trash) y el Pop-Baboso (muy muy baboso) cuyo productor era Nacho Cano.
Los Salvajes tiene un montón de ingredientes que la hacen un clásico desconocido de aquella época: Una voz sugerente, una historia divertida, muchos arreglos, quizás para disimular las carencias de la pieza y una instrumentación de Casiotone.
He pasado un buen rato oyéndola y me gustaría compartirla, así que a continuación reproduzco la letra:

En la selva me perdí,
no encuentro ropa interior,
una chica como yo,
acostumbrada al confort.
Los salvajes son humanos,
dicen que somos hermanos.
Los salvajes se me acercan,
me quieren tocar.
Miro arriba, miro abajo.
Ya no sé la salida de esta dulce situación.
Al principio me asombré,
será el distinto color.
Pero todo se calmó,
cuando alguien me penetró.
Los salvajes son humanos,
dicen que somos hermanos.
Los salvajes se me acercan,
me quieren tocar.
Miro arriba, miro abajo.
Ya no sé la salida de esta dulce situación.


Escucha Los Salvajes:
Magenta-los_salvaj...

sábado, junio 26, 2004

Hoy toca hablar de libros.

Algunos de los que he leido últimamente y que por una u otra razón me apetece comentar:

Los primeros tres libros de la serie Alvin de Orson Scott Card.
Seventh Son. Red Prophet y Prentice Alvin
El escritor mormón sigue obsesionado con la infancia y con personajes que se ven obligados a crecer mucho más rápido de lo que deberían. Esta vez en un escenario histórico alternativo: ¿Qué hubiera pasado si Napoleón no hubiera perdido en Waterloo? ¿o si le hubiesen cortado la cabeza a Washington por traidor?. La historia se desarrolla en tierras fronterizas de América y se adorna con magia en forma de fuerzas de la naturaleza y dones personales que van desde la capacidad de encontrar a gente a partir de un mechón de pelo o disfrutar de una suerte asombrosa que te pone a salvo de todo mal.
El primer libro son una serie de historias cortas que sirven para introducir al personaje y su mundo. Los dos siguientes son episodios de la vida de Alvin. Una vida marcada por el deber y la obligación que le imponen fuerzas que no comprende.
La serie está bien, una vez que le quitas la misoginia y el fundamentalismo religioso...

La Edad de oro. Gore Vidal.
Una historia inquietantemente actual, aunque se desarrolle durante la primera mitad del siglo XX. Poder mediático, mentira y corrupción en la alta sociedad de los Estados Unidos. Personajes y hechos reales forman parte fundamental de la trama. Seguro que ha levantado muchas ampollas en la nación más poderosa del mundo.

Criptonomicon. Neal Stephenson.
Una novela de 1500 páginas. En Europa la han publicado en tres tomos porque los editores consideran que no gustan los volúmenes tan voluminosos. ¡Qué estupidez!
Es de lo mejor que he leido en mucho tiempo. El libro tiene dos líneas temporales sobre las que discurren varias historias que se entrecruzan. Una de las líneas se desarrolla durante la segunda guerra mundial y trata acerca del espionaje y de la competencia entre enemigos para romper sus códigos de comunicaciones. En esta parte de la historia aparecen personajes históricos como Alan Turing, el general Eisenhower, el almirante Yamamoto, Ronald Reagan (en su época de actor) y otros.
La otra línea se desarrolla en la época actual y describe el desarrollo de un proyecto para crear un paraiso de datos análogo a los paraisos fiscales. Si la primera parte se dedicaba al espionaje militar y describían los albores de la computación automática, en esta se explica el estado del arte en tecnologías de espionaje informático desde un punto de vista estrictamente auténtico. Nada de programas software maravillosos llenos de colores y figuras tridimensionales. Estricta realidad de línea de comandos y programas feos pero eficaces. Es de las pocas historias que son reales y precisas acerca de este asunto.
Se encuentra en las estanterías de ciencia-ficción, pero creo que es un error y que le ha hecho bastante daño.

La leona blanca. Henning Mankell.
Otra historia del inspector sueco Wallander. Un tipo normal, con una vida de mierda y un trabajo deprimente. Este hombre se ha hecho un hueco en las preferencias de millones de lectores dentro del trillado campo de las novelas policíacas. Seguiré leyendo todas las que caigan en mis manos. Es una pena que la editorial Tusquets no haya respetado el orden de publicación de las historias. Odio cuando hacen esas cosas.

El ultimo catón. Matilde Asensi.
Estoy convencido de que en alguna parte venden una máquina en la que por un lado metes un par de reliquias religiosas, una secta viciosa y unos personajes repulsivos y por el otro sale un best-seller. Algo mejor que el Salón de Ambar, y demasiado parecido al Código da Vinci.

Retrato de un asesino. Patricia Cornwell.
Con este reconozco que me equivoqué. Pagué los casi treinta euros que cuesta este volumén y me encontré con un compendio de detalles desagradables acerca de las atrocidades que causó un tal Jack the Ripper en un barrio de Londres a finales del siglo XIX. Para un pintor decente que tienen en Inglaterra resulta ser un psicópata.
Asqueroso.

La Iliada. Homero.
Antes de que nadie pregunte: Que haya leido este libro no tiene nada que ver con la película de Brad Pitt. Llevaba tiempo queriendo leer la Iliada y la Odisea y "casualmente" los encontré en ediciones de bolsillo coincidiendo con la película, que ni he visto ni pienso ver.
Parece mentira, casi 3000 años de antiguedad y Homero describió perfectamente los sentimientos de los hombres: odio, venganza, sexo a través del poder, poder a través del sexo, y un montón de seres superiores cuyo único afan era joder (en todos lo sentidos) a los mortales. Tan actual como el anteriormente comentado "La edad de oro"

Los amigos del crimen perfecto. Andrés Trapiello.
Uno de los escritores de moda en España. Ganó el Nadal con esta historia de venganza ambientada en una España que en los años 80 trataba de sacudirse los restos de un pasado que todavía era demasiado cercano. Por el medio, un club literario, un intento de golpe de estado y cientos de novelas de bolsillo.

La flaqueza del bolchevique. Lorenzo Silva.
Con este también me equivoqué. Llevaba tiempo esperando que saliese en edición de bolsillo la segunda parte de las historias del sargento Bevilacqua y la guardia (cabo en la última) Chamorro. Que yo sepa, las únicas novelas que tienen como protagonista a un guardia civil "bueno". Esa segunda parte, se titula "El alquimista impaciente" y ganó el Nadal en 2000. Ese era el libro que quería, en su lugar compré el que comento ahora. No me di cuenta de que me había equivocado hasta que empecé a leerlo. Pero una vez metido en faena... La verdad es que me enganchó desde el primer momento. Me identifiqué con la forma que tiene el personaje de ver la vida y me metí con gusto en la historia. Es una historia tramposa, en la que el narrador te hace creer que terminará de una forma determinada desde la primera página, pero está tan bien llevada que no importa. Hasta que en las últimas diez páginas, la historia da un giro que a mi, me dejó sin respiración y con un mal cuerpo que todavía me dura.
Me descubro ante el señor Silva.

Soy leyenda. Richard Matheson
¿Vampirismo científico? ¿Existe algo así? Parece que si. Este libro me sorprendió, sabía que este escritor era el responsable de "El hombre menguante", pero cuando empecé a leer esta historia no tenía ni idea de su argumento. En seguida, empezó a resultarme vagamente familiar: un hombre que se refugia en su casa de unos seres que salen por la noche, armas, trampas, investigación, el último hombre vivo sobre la tierra... Me sonaba a una película de Charlton Heston, investigué un poco y confirmé que The Omega Man está basada en esta novela. Mmmmm, tengo que preparar un post sobre las películas de los años 70...

miércoles, junio 23, 2004

La que durante años fue mi segunda casa, el piso de empresa de Madrid, tiene nuevos inquilinos. No es la primera vez que sucede, en estos años he compartido piso con un puñado de personas diferentes. A algunas las conocía desde antes de empezar a convivir y pertenecen al grupo de mis mejores amigos. De hecho, muchas veces, echamos de menos aquella época.
Otras de estas personas llegaron a pasar temporadas más o menos largas mientras yo vivía allí y con algunas de ellas conseguí una bonita amistad. De otros (los menos) prefiero no hablar. Pero esta es la primera vez que llega alguien a vivir en el piso de forma permanente mientras yo no soy morador habitual.
El piso está igual que siempre. No han hecho cambios significativos. Mantienen casi todas sus cosas dentro de la habitación. Y parecen ser gente bastante agradable y discreta. Pero me siento incómodo. Supongo que es culpa de mi forma de ser. Siento como si estuviese invadiendo la intimidad de otra pareja, porque, aunque yo haya vivido en esa casa mucho más tiempo que ellos (sólo llevan un mes), ahora es su casa.
Así que trato de pasar en la casa el menor tiempo posible. Estiro lo máximo mi jornada laboral (a mi jefe le encanta esto) y después busco ocupaciones absurdas antes de ir a casa.
Ayer aproveché para ir a ver una película. La más larga que había en la cartelera (El día de mañana, 125 minutos). Después vi un partido de fútbol en un bar (los consumos de cerveza que estoy haciendo esta semana son terroríficos) y por último me fui a cenar (engordando la cartera de los descendientes del Coronel Harland Sanders y por supuesto mis michelines)
En resumen, llegué al piso a las 23:15 (había salido a las 7:45) y vi, con alivio, que ya se habían retirado a su habitación.
O mejoro en mis relaciones personales, o me arriesgo a una crisis por agotamiento. Esto de hacer tiempo es cansadísimo.
Ya estoy planificando mi tiempo para hoy. Trataré de ir a cenar con un amigo y de estirar la velada lo más posible sin que se note que no quiero volver a casa.

lunes, junio 21, 2004

El destino premia a los descuidados.
Me explico.
Normalmente, viajar me pone bastante nervioso. Más aun si es en avión. Cuando tengo que volar planifico cuidadosamente los desplazamientos hasta y desde el aeropuerto con abundantes márgenes de tiempo para imprevistos.
Pero ayer me equivoqué, y salí de casa a la hora que debería haber llegado al aeropuerto. El trayecto dura una media hora, y durante el camino me di cuenta de que no llegaría a tiempo. Ya lo daba por perdido, incluso tenía medio desarrollado el plan B. Llegué al aeropuerto justo cuando anunciaban el embarque de mi vuelo. Al ver las colas que había en facturación lo di finalmente por perdido... hasta que mi visión marginal captó a una auxiliar del personal de tierra que le preguntaba a un chico de tres filas más allá si iba para Madrid. El chico dijo que si.
-Pués sígame. - dijo ella.
Así que yo también me uní a ellos. Nos pasaron a una ventanilla lejos de la facturación donde nos dieron la tarjeta de embarque y mucha prisa. Eché a correr hacia la puerta, me colé por el control de equipajes y logré subir al avión a tiempo. Cansado pero a tiempo.
Cuál fue mi sorpresa cuando al mirar qué asiento tenía asignado, vi que me sentaba en clase Business...
O sea, ¿llego tarde, no espero colas y me siento en Business?

Si es lo que yo digo. Ser bueno no lleva a ningún lado...

viernes, junio 18, 2004

k llevaba unos días mustio y comiendo poco. La apariencia triste es algo habitual en los cocker spaniel, pero no la falta de hambre.
Ayer lo llevamos al veterinario.
Hoy k ya no existe.
P acaba de llamarme para contármelo. El veterinario ha dicho que tenía un fallo hepático general provocado por unos tumores intestinales. No he querido saber los detalles.
Sólo tenía cinco años.

No soy muy aficionado a los animales, pero P los adora. Ahora ella se encuentra fatal y yo haré todo lo posible por consolarla. Trataré de que no se me note la pena, pero no puedo evitar las lágrimas mientras escribo esto.
Maldita sea.
Qué contradicciones tiene el ser humano. Vemos desgracias terribles a diario y no nos inmutamos. Ayer mientras el veterinario nos pintaba el futuro de k de color oscuro, yo pensaba que la mayor parte de los seres humanos no reciben, en toda su vida, la atención que reciben los animales en aquella clínica.
Maldita sea.
Nunca nos llevamos bien aquel perro y yo, pero lo voy a echar de menos...

martes, junio 15, 2004

Como se puede apreciar por la fecha del último post, llevo unos días poco inspirado. Parte de la culpa la tiene la enorme cantidad de trabajo que estoy teniendo y que me espera las próximas dos semanas antes de que me quede de vacaciones. Aunque, el que me quede de vacaciones, habrá que verlo, tengo el desagrable presentimiento de que va a suceder algo...
Hoy llevo nueve horas casi ininterrumpidas de pantalla, pero todavía voy a estar unos minutos más. El tiempo justo de contar un momento de extraña violencia urbana que viví ayer.
Tiene que ver con las personas cuyo trabajo consiste en tratar de vender cosas puerta a puerta. Me parece uno de los trabajos más ingratos que existen y no tengo nada contra estas personas (de hecho, algunos de mis amigos se ganan la vida así), pero como para todo, hay que servir.
Situación: Ayer, 20:30 , mi casa, p acaba de dormirse después de un duro día en la piscina. Llaman a la puerta. K y k ladran como si fuesen mastines de los Pirineos. P mira por la mirilla y me dice:
-Abre tu.
Yo tengo la costumbre de no abrir nunca la puerta, de hecho la mayor parte de las veces ni siquiera contesto cuando llaman al timbre.
-Pero... ¿por qué? - pregunto
-Porque saben que estamos aquí.
-¿y qué más da? - replico
-Abre, por favor. - me dice P haciendo un mohín. P es de esas (raras) personas a las que le importa la gente. Yo no. Pero casi siempre hago lo que ella me dice. Así que abrí la puerta.

Una pareja. El con un traje impecable empieza a hablar nada más abrir. A ella no podría describirla, porque clavé mis ojos en su compañero intentando transmitirle telepáticamente que no pienso comprar nada.

El empieza su discurso agradeciéndome que haya abierto y que no va a tratar de venderme nada (Dios mio, tengo poderes...)
Tras una breve presentación me dice que representa a una importante firma de tarjetas de crédito (piensa en una, tendrás 50% de probabilidad de acertar) y que está ahí para ofrecernos una posibilidad única:
-¿Hay en la casa personas trabajadoras de más de 25 años?
-Si. - Contesto. Tratando de adoptar un tono neutro y desinteresado.

Antes, siempre trataba de explicarles que no perdiesen su tiempo conmigo y que lo intentasen con mi vecino. Pero me he dado cuenta de que es inútil. Su trabajo es perder el tiempo con posibles clientes. Además, mientras el tipo hablaba, mi vecino salió de su piso y bajó corriendo por la escalera, no sin antes dedicarme una sonrisa de satisfacción: esta vez te han pillado

-Pues pueden optar a una promoción única en la que no les cobraremos gastos de mantenimiento, ni...
-Mi banco no me cobra gastos de mantenimiento. - Le atajé. En su momento fue cierto, pero ahora creo que pago por mis tarjetas.
-Pues pertenece usted a un afortunado 3%, de cualquier manera, si me da sus datos, le incluiremos en nuestra lista de distribución de correo para que puedan acceder a las condiciones de esta fabulosa oferta...

Alarma, alarma. Todo este rollo para obtener los datos de incautos futuros pertenecientes a bases de datos que servirán para enriquecer a empresas dedicadas al marketing.

-Claro, que..., esta oferta sólo es para personas que tengan un contrato fijo. ¿Es usted uno de ellos?
-Prefiero no dar esa información. -Estoy bastante concienciado acerca de la privacidad de los datos personales. De hecho soy bastante paranóico acerca de esto.
-Ya veo. ¿Usted tiene televisión?

mmmmm, interesante cambio de tercio...

-Nunca veo la televisión.
-Ya, pero supongo que tiene televisión.
-Reconozco que si. -Debería plantearme el tirar la televisón, pero entonces, ¿dónde le pondríamos a p esas películas que suponen 90 minutos de tranquilidad para sus padres?
-Seguro que su televisión ya no es en blanco y negro, pues lo mismo debería hacer con su tarjeta...
-No se si mi televisión es en blanco y negro, porque, como ya le he dicho, nunca la veo.
-Bueno, si usted me diera sus datos, yo le incluiría...
-Ya le he dicho que no pienso darle esa información.
-Que tenga un buen día.

Media vuelta y rápido hacia la escalera mascullando maldiciones.
Cuando se fue, me sentí bastante mal. ¿había sido demasiado borde?, quizás lo de la televisión sobraba, pero no me pude resistir. De todas formas, me hubiese sentido mucho peor si se hubiese despedido con una sonrisa y una disculpa.

Al menos este no me insultó como hizo el del Círculo de Lectores...


jueves, junio 10, 2004

Hace ya veinte años que me mordió aquel mago del Siam.
Veinte años sin poder ser yo mismo, disimulando, porque era consciente de que en cualquier momento, sin previo aviso, estaría obligado a cambiar completamente mi ser y comportarme de una forma que no entiendo. Condenado a añorar las anchas estepas por las que solía correr en pos de un rastro. Echando de menos la vida en libertad. Esta personalidad que no me corresponde, la maldición que me contagió el infame brujo, me atrajo hacia este laberinto de cemento en el que ahora vivo.
Ciudad de la luz la llaman, pero yo sólo la conozco en sombras, vigilada por petreas gárgolas hambrientas que acechan entre los vapores del infecto rio.
Reconozco que no todo es desagrado. También he conseguido gozar de cuellos blancos como la nieve recién caida. Mujeres que se unieron a mi buscando un beneficio calculado al que renunciaron nada más sentir mi mirada de rubí.
Veinte años aullando a la luna y durmiendo en camas estrechas sin darme cuenta de que el mundo envejecía a mi alrededor.

¿Quién sabe?. Si yo hubiese sido de otra forma, quizás ahora estuvieses leyendo una página titulada "El tiempo en Sildavia" y yo me llamaría Denis.

martes, junio 08, 2004

Finalmente se ha descubierto el vicio secreto (jugar al trivial) de mi alter-alter-ego (f0t0n).
Dos chismos@s han publicado una gacetilla en la que se cuentan las intimidades de los esforzados jugadores de #Trivialeros.
Omaha, martta__, muchas gracias. Ultimamente hay pocas cosas que me provocan carcajadas.

Si a alguien se deja caer por el canal (#Trivialeros irc-hispano) y ve a f0t0n, que le salude diciéndole que conoce El jardín... Le hará ilusión.

domingo, junio 06, 2004

Desde los 14 hasta los 16 años, estuve perdidamente enamorado de E. Todavía se me pone la carne de gallina cuando recuerdo el primer día de clase en un colegio que hacía pocos años había dejado de ser sólo de chicas. Los chicos eramos minoría, y yo, tuve la enorme fortuna de que mi apellido fuese similar al de la chica más bonita que había visto en mi vida. Esa coincidencia nos sentó juntos... y ya no recuerdo nada más de aquél día.
Pasamos poco tiempo juntos, porque un imbécil que comenzó el curso dos semanas tarde, tenía el apellido exacto para separarme de E, pero el daño ya estaba hecho.
Mi corazón estaba devastado por aquel hermoso ser, la veía perfecta, maravillosa. Pensándolo ahora, creo que E era un tanto superficial, pero tenía un cuerpo de escándalo. Hacía todo lo posible para estar a su lado, incluso llegué a apuntarme a absurdas actividades extraescolares a las que ella dejaba de ir después de las primeras semanas, aunque yo seguía asistiendo puntualmente con la esperanza de que algún día apareciese. Qué alegría llevé cuando vino a vernos entrenar y me dió aquella cinta para el pelo (luego me enteré de que venía porque le gustaba el ala-pivot).
Estaba enamorado. Y se me notaba. Pero me daba igual. Es extraña esa sensación. El amor que sientes a los quince, y te das cuenta de ello años después, carece de muchas cosas. Es un sentimiento mucho más primario que los amores que tienes de adulto, en los cuales intervienen factores diferentes y son más complejos, como los buenos vinos.
La verdad es que E se portó bien. Aunque nunca me hizo caso, siempre me trató de forma agradable y no se aprovechó de mi flaqueza. Podría contar historias de personas que se vieron en una situación similar y fueron totalmente esclavizados por la ingrata de turno.
Nunca tuve la más mínima oportunidad, pues E, aparentemente, sólo salía con tipos muchos más populares y/o que tenían mucho más dinero que yo. Pero inasequible al desaliento, no perdía la esperanza, e imaginaba toda suerte de cataclismos fortuitos o provocados (por mi) que terminaban con un mundo en el que sólo sobrevivían dos personas.
Traté de introducirme en su círculo de amigos, pero nunca conseguí acercarme a ella. A cambio conseguí, entre sus amistades, algunas de las mejores amigas que tuve en aquella época. Con la perspectiva que da los años, ahora me doy cuenta de que yo llegué a gustarle a alguna de ellas, pero ya se sabe: la ceguera del amor...
Empecé la universidad y les perdí la pista. Seguí viendo de vez en cuando a alguna de aquellas chicas. Encuentros casuales, siempre muy agradables: cómo te va, te veo bien, a ver cuando quedamos, te acuerdas de...
Pero a E, no volví a verla nunca más.
Hasta hoy.
La encontré por la calle, salía de un comercio. Yo iba con P y p, ella con un hombre. Al principio no la reconocí. Ella no me vió. Tardé un segundo en comprender la señal que emitía mi cerebro ¿Quién era aquella mujer?. Un gesto de su cara me lo reveló (en tiempos, yo había sido un gran estudioso de E, y me conocía al dedillo todas sus muecas y gestos). Solo vi su cara durante tres segundos, pero inequívocamente era E. Yo la recordaba como una semidiosa adolescente, y ahora estaba transfigurada en una mujer de 32 años con una apariencia totalmente vulgar. El resultado de 14 años sin verla, supongo.
Si no hubiese sido E, mi cerebro, probablemente, ni siquiera hubiese registrado su presencia. (¿Quién es el superficial ahora?)
De cualquier manera, este encuentro me ha hecho recordar una época muy bonita, en la que sufría como cualquier adolescente torturado, pero de la que tengo un cariño especial. Además, me ha alegrado (cruelmente) ver que su compañero es más bajo, más gordo, y tiene menos pelo que yo. Por no decir que no tenía pinta de ser un Donald Trump, precisamente.

viernes, junio 04, 2004

Primer día del año sin calcetines...

Resbaloso pero gustoso...

(Estoy tratando de lograr un acento y una forma de hablar panhispana que no desentone en ningún lugar hispanoparlante, o que lo haga en todos, me da igual...)

martes, junio 01, 2004

He recordado uno de los momentos más turbadores (sic) de mi vida. Estaba cenando, en casa de mis padres, con la televisión encendida. Daban un concierto de Miguel Bosé, en el que repasaba toda su carrera. De repente me di cuenta de que me sabía todas sus canciones...
¡¿¡¿¡¿Pero cómo?!?!?!