Se que no hace falta que lo diga porque se me nota en la sonrisa que no me cae de la cara, pero durante las próximas dos semanas estaré de vacaciones :)
Para celebrarlo, P y yo, sin niños, hemos salido a cenar. Y hemos ido al primer restaurante japonés que abre en la ciudad. Ya era hora. Nos hemos puesto en plan snob y hemos comentado que los camareros no eran japoneses (aunque alguno había), la mayoría eran chinos y españoles, que el arroz no era nishiki, sino arroz redondo español y que los dim sum (porque sorprendentemente la carta incluía esta delicia china de la que habla el elefante azul en uno de sus últimos posts) no eran todo lo finos y sutiles que deberían ser (conozco un restaurante chino en la ciudad, que entre toda su morralla de mil delicias, rollitos varios y cosas agridulces, prepara unos dim sum increibles, eso si, no los llevan a domicilio...)
De cualquier manera, fue una cena agradable. Los sushi, sashimi, maki y tataki, aunque no los prepararon a la vista del público, estaban bastante bien. De postre, intentaron colarnos un te de sabores barrocos, pero les obligamos a traernos un aburrido te verde.
En resumen. Volveremos, y sin tardar mucho. En provincias estamos ansiosos de cubrir ciertas carencias. Tras las cervezas y el gin tonic (de Bombay Sapphire, ojo), no tengo muchas ganas de dormir, así que escribo este post a una hora indecente, mientras me tomo un chupito de ron macerado en algo llamado mamajuana que me ha traido mi amigo S de la Republica Dominicana. Creo que se la ha olvidado decirme que se le debe echar miel...