Cuando tu nombre se convierte en un adjetivo de uso universal para definir algo relacionado con tu trabajo, es que lo has hecho muy bien. Así tenemos bellezas picassianas, personajes shakesperianos y connotaciones mozartianas (por ejemplo). Cuando tu nombre, se convierte en el identificador de una tendencia o corriente, es que lo has hecho de maravilla, o que eres un líder comunista (Marxismo, Leninismo, Maoismo).
Hoy ponen en TV, una de las películas que mejor representan la corriente cinematográfica española de los años setenta denominada Landismo. Si, Alfredo Landa, ese gran actor que pasará a la historia por películas que desmerecen su talento (Ningún actor está libre de esto, ni siquiera Robert de Niro). Hoy ponen una de ellas, decía. Se trata de "Vente a Alemania, Pepe", una película que deberían pasar con más frecuencia y ser de obligada visión en escuelas, empresas y centros de acogida de inmigrantes. Porque, en clave de humor, esa película nos recuerda que no hace tanto, España era un país de emigrantes, que se iban a buscar la vida por Europa y no recibían demasiado buen trato. Más o menos como el que les damos ahora nuestros inmigrantes. Qué rápido se olvida el pasado. Somos unos relativos-nuevos-ricos de la peor especie.
Que entrañable ese Pepe, que se pluriemplea en fábricas y empresas de limpieza para poder ganar lo suficiente para comprarse un Mercedes y volver a España por todo lo alto. Ese españolito bajo y peludo que utilizan unos grandes almacenes como reclamo y que es incapaz de aprender alemán, pero consigue que sus compañeros chapurreen español. Que le puede la nostalgia y se va a ahogarla a un bar español con tortilla de patata y vino tinto, que va a buscar una alemana "de esas tan lanzadas" y se echa una novia española.
Si es que nos rascas un poco la pintura y todos somos un poco Landa.
sábado, septiembre 24, 2005
Publicado por Poncho a las 13:26
viernes, septiembre 23, 2005
Al igual que el sexo, y que saltar en paracaidas, el apagar el móvil sabiendo que no lo vas a encender en tres semanas es una sensación que hay que vivir para poder apreciar en toda su magnitud.
He dicho.
Publicado por Poncho a las 21:29
domingo, septiembre 18, 2005
¿Qué es lo que hace grande a una película? ¿Qué es lo que la convierte en un clásico por la que no pasa el tiempo y la lleva a formar parte de la historia y de el subconsciente colectivo de gran parte de la humanidad?
No estoy seguro, pero sí se cómo distinguirlas. Son esas películas que desde el primer plano captan tu atención y te hacen disfrutar de una de las sensaciones más deliciosas que existen: La anticipación.
Ver una de esas películas por primera vez es maravilloso, fresco e inolvidable, pero volver a verlas es aún mejor. Desde el primer minuto te hacen evocar lo que va a suceder a continuación, las escenas que vendrán, los giros de la trama. Haciendo que te deleites por anticipado, saboreando las próximas dos o tres horas de tu vida.
Hoy he visto dos de esas películas. La primera fue "Lo que el viento se llevó". Todavía recuerdo la primera vez que la ví. Por supuesto, durante muchos años me negué a ver una película que encantaba a mi madre y a mi abuela. Cómo una película así podría gustarle a un adolescente de catorce años. Pero sucedió una curiosa carambola. Siempre me ha encantado que un libro me lleve a otro, en aquella época estaba leyendo "Rebeldes" de Susan Hinton. En la historia, uno de los personajes disfrutaba con la novela "Lo que el viento se llevó". Aquello me llamó la atención. ¿Cómo a un pandillero podría gustarle aquello? Así que me decidí a averiguarlo. Aquel libró me emocionó, divirtió e impresionó, lo cual me obligó a darle una oportunidad a la película. Y qué película. Durante años estuve enamorado de los ojos de gata de Vivien Leigh, de la candidez de Olivia de Havilland (qué gran actriz, pues era cualquier cosa menos cándida) y la sonrisa cínica de Clark Gable. Se que es tópico, pero es una de mis películas favoritas y sigo viéndola siempre que tengo la oportunidad.
La segunda película es "The right stuff (Elegidos para la gloria)". Mucha gente opina que es una película lenta, pero a mi me encanta. Desde su banda sonora que incluye piezas de la impresionante "Los planetas" de Holst, hasta la entretenida trama de los inicios de la carrera espacial. Pero no os llameis a engaño por este tema aparentemente facilón, la historia es realmente buena (está escrita por Tom Wolfe). Además, la película está llena de símbolos: Ese hombre de negro, que como un cuervo siempre está alrededor de los pilotos de pruebas. Ese gran piloto, Chuck Yeager, que se niega a ser astronauta (un mono sentado en un cohete), y que sin embargo, siempre intenta escapar de la Tierra, pilotando aviones cada vez más rápidos, para ver brillar las estrellas.
Mientras escribo esto, la veo en el televisor. Estaba notando algo que me incomodaba y creo que ya se lo que es. Escribir el post no me deja disfrutarla, así que...
:)
Publicado por Poncho a las 00:06
jueves, septiembre 08, 2005
Llevo días intentando escribir algo sobre lo sucedido en el sur de EEUU, pero la única palabra que viene a mi cabeza es "vergüenza". Vergüenza ajena de ver cómo un país supuestamente civilizado se convierte en una sucursal de la peor Africa, las imágenes del Super Dome parecían sacadas de algún suburbio de Lagos. Los tiroteos en la autopista, los saqueos, las muertes violentas tras el huracán, las epidemias...
Ultimamente, mi aprecio por los Estados Unidos es bastante escaso, y hay momentos en los que pienso que tienen lo que se merecen (comenzando por su presidente).
Pero, ¿Qué pensarían ellos si esas imágenes ocurriesen, por ejemplo, en Alemania? Seguramente no les extrañaría, ya que eso no pasaría nunca en los Estados Unidos...
¿No os parece que estamos asistiendo al fin de una época?
En fin, un mundo raro. Y cada vez más.
Publicado por Poncho a las 13:33