domingo, octubre 30, 2005

(...continua desde el post anterior)

Pero volviendo a la teoría de la evolución. ¿Qué sucede si la trasladamos a otro escenario?. Qué sucedi si sustituimos, por ejemplo, la naturaleza por la civilización.
En el post anterior, señalaba que la civilización ha modificado las normas de la selección natural, pero dado que la civilización no es un concepto de la naturaleza, quizá debamos adoptar un nuevo enfoque.
La civilización, al igual que los organismos vivos de la naturaleza, está construida sobre información, sólo que ésta, no está codificada en genes/moléculas, sino en normas de conducta, escritos, mitos, etc. Estas unidades de información, llamémoslas memes, son susceptibles de ser transmitidas, modificadas o destruidas, convirtiendo a las civilizaciones en organismos dinámicos.

El intercambio de memes ha sucedido desde el principio de la civilización, algunas veces los memes eran impuestos por la fuerza (el caso de la conquista militar), y otras prosperaban debido a su eficacia o ventajas (conquista cultural). Cada nueva civilización se ha construido a partir de fragmentos de otras civilizaciones anteriores. Así, a lo largo del tiempo, se han conservado ciertos memes que aportaban bienestar o riqueza a la civilización mientras que otros han ido cayendo en el olvido.
Actualmente, el mundo está dominado por un estilo de vida en el que prima el materialismo. Es decir, se considera que se vive mejor cuanto más se tiene. Vivmos para trabajar, de forma que ganemos dinero, que servirá para gastarlo y adquirir bienes que, se supone, contribuyen a mejorar nuestro nivel de vida. Esto, es un resumen en tres líneas de cómo funciona nuestra sociedad. La mayor parte de nosotros, tácitamente, aceptamos, aceptamos estas directrices. ¿Por qué vamos a rebelarnos si siguiéndolas vivimos mucho mejor que la mayor parte de los habitantes del planeta?
Para algo, la civilización occidental (y sus memes) son, actualmente, el equipo ganador. Pero, ¿seguirá siendo así en un futuro?
No lo creo. En occidente nos hemos acomodado. Nos hemos acostumbrado a vivir relativamente bien. Y ¿qué efecto tiene esto desde el punto de vista evolutivo? Ni más ni menos que hemos perdido el hambre. Todas nuestras necesidades están cubiertas.
No tenemos motivos para luchar.
Esta es la causa por la que nuestro estilo de vida dejará paso a otro dotado de unos memes más agresivos.
El futuro está en Asia. Actualmente, sus estudiantes de carreras técnicas son los mejor preparados. Sus empresas son las de mayor crecimiento. En Asia se tiene otro estilo de vida, en el que se deja en segundo (o tercer) plano el bienestar individual. Trabajan más, estudian mejor, descansan menos...

¿Seremos los dinosaurios de la civilización?
¿Moriremos víctimas de nuestro éxito?
¿Lo veremos?

viernes, octubre 28, 2005

Digan lo que digan en algunos estados de EEUU la Teoría de la evolución de Darwin es algo más que una simple teoría. Como poco, es una explicación plausible y elegante para la diversidad que muestran las formas de vida sobre la Tierra.
Los principales problemas que ha tenido este polémico principio (voy a permitirme, durante la escritura de este post, ascender de rango al trabajo de Sir Charles), probablemente hayan sido su extrema lentitud y la civilización humana.
Su lentitud ha impedido realizar demostraciones empíricas de los efectos de la evolución a través de la selección natural, ya que ésta sólo muestra sus resultados a lo largo de periodos humanamente inmanejables. Aunque invención de los sistemas de computación automáticos ha permitido realizar simulaciones y desarrollar técnicas que verifican los mecanismos de la evolución, esta evolución sintética sigue sin convencer a los partidarios del "diseño inteligente" entre los que por cierto, se cuenta George Walker Bush.

Por otra parte, la civilización ha conseguido paralizar gran parte de la selección natural, mecanismo principal de la evolución, en la especie humana. Lo cual resulta bastante agradable, ya que en la mayor parte de los casos, no tenemos que luchar con fieras salvajes para conservar nuestra vida o morir de enfermedades para asegurarnos que en la próxima generación sólo queden los más aptos. La ralentización de la evolución y su difícil demostración dan a los creacionistas un firme punto de apoyo.

Pese a todo, la teoría de la evolución es una idea tan buena que sigue siendo de aplicación válida en multitud de escenarios insospechados.
En la naturaleza, la información manejada para la evolución de organismos biológicos reside en los famosos genes. Simplificando, los genes no son más que moléculas, que organizadas de una forma determinada, son capaces de codificar información que será utilizada por un organismo a lo largo de su vida. La información contenida en los genes de un organismo, definirá entre otras cosas, cual será su apariencia física, cómo obtendrá energía mediante reacciones químicas y de qué mecanismos estará dotado para interactuar con su entorno. En definitiva, todo lo que el organismo no haya obtenido mediante su experiencia y aprendizaje estará codificado en los genes.
Cada vez sabemos más acerca de la función de los genes, pero ¿cuál es su propósito?. Esta pregunta podría ser reelaborada como una de las preguntas más formuladas a lo largo de la historia de la humanidad: ¿Cuál es el propósito de la vida?

Los Creacionistas, detractores de Darwin por excelencia, por supuesto tienen su respuesta, pero no es la única opinión válida sobre este trascendental asunto. En el otro lado de la mesa se sitúan los seguidores de la Revolución de Williams, teoría popularizada por el etólogo Richard Dawkins en su polémica obra "El gen egoista". La Revolución de Williams ofrece un nuevo punto de vista de la evolución biológica, centrándose en la importancia de los genes por si mismos. Es decir, postula que el sentido de la existencia de cualquier forma de vida, es, simplemente, asegurar la pervivencia de sus genes. Lo cual convierte a cualquier ser vivo en un mero vehículo-armadura-lanzadera destinado a propagar y proteger la existencia de unas complicadas moléculas.
Es una teoría bastante deprimente, pero da que pensar...

(continuará...)

jueves, octubre 20, 2005

Durante las últimas semanas la principal preocupación del país ha sido una palabra (Nación). Y si ésta aparecerá o no en un documento (Estatuto de Cataluña) que contribuirá a complicar un mundo que ya lo es bastante.
Opino que el nacionalismo es un error, un paso atrás. Vivimos una era que será recordada por la caída de las fronteras, no sólo geográficas, y debería aprovecharse para dar un paso en la utópica dirección de un mundo sin paises.
¿Te lo imaginas?

Hoy en día, las guerras no se hacen por motivos territoriales, sino por cuotas de mercado, las naciones tal como las conocemos, y las ven los nacionalistas, están agonizando y sus sustitutos serán (son) las grandes corporaciones que crearán nuevas etnias basadas en el poder adquisitivo, así que una vez más, litros de tinta y kilos de esfuerzo inútiles que se quedarán en nada...

Por otra parte, es bonito ver la fuerza de las palabras. Pero resulta deprimente (y de mal gusto) comprobar que mientras aquí estamos preocupados por si seis letras aparecen combinadas de cierta forma en un documento, en otros paises sus pricipales preocupaciones se refieren a pueblos que de la noche a la mañana se han convertido en camposantos.
La relatividad azota de nuevo.

Veo en televisión que el turismo sexual ha pasado de moda, dejando su lugar a una nueva modalidad todavía más perversa: El turismo de bisturí, en el que se ofrecen paquetes de viaje que incluyen visitas a paraisos sudamericanos y sus clínicas de cirugía estética.
Mientras planeamos una visita para acabar con nuestra obesidad y de paso ponernos morenos, un africano, futura estrella del atletismo patrio, planea la final más importante de su vida tratando de saltar la valla más alta del mundo. Una valla que materializa la frontera con mayor diferencia de renta per cápita del planeta.
Quizá la caída de fronteras no esté tan avanzada como yo pienso...

lunes, octubre 03, 2005

Según la Organización Mundial de la Salud, el suicidio se ha convertido en la principal causa de muerte de personas entre 15 y 34 años en todos los paises del mundo.
Da que pensar.
Un millón de personas se suicidaron en el año 2000 (año de la estadística de la OMS), y treinta millones pensaron en hacerlo. Esta macabra estadística, hace que el Descontento (con mayúscula), que al fin y al cabo es lo que impulsa a una persona a quitarse la vida, se convierta en uno de los sentimientos más característicos del ser humano. Nada de la racionalidad ni el amor, es el Descontento lo que nos hace humanos. Es cierto que algunos animales también se suicidan, o al menos esa es la impresión que da. Pero, a falta de una estadística de la OMS al respecto, mucho me temo que la proporción de suicidios entre otros mamíferos sea ridícula comparada con la de la especie humana.
Las tasas de suicidio son inquietantemente similares a lo largo y ancho del planeta, lo cual me lleva a pensar en los motivos que causan el Descontento.
Hablando en términos relativos, el grado de Descontento que alcanza un suicida del tercer mundo, ha de ser similar al de un suicida del mundo desarrollado.
Es decir, la angustia que siente un habitante de Ruanda, al ver cómo su familia ha sido torturada y asesinada ante sus ojos, quitándole el único motivo que tenía para seguir viviendo, es similar al de un ejecutivo de una multinacional europea, que ve cómo la bolsa le ha llevado a la ruina. Evidentemente, desde un punto de vista neutral y objetivo, el grado de Descontento absoluto del africano es enormemente mayor que el del europeo, pero ambas personas encuentran motivos suficientes para quitarse la vida.
¿Por qué?
Simplemente, porque cada uno de ellos no concibe el mundo del otro. Para el africano, la pérdida de bienes materiales es algo tan inconcebible (por remoto), como la tortura y el genocidio para el europeo.
Pero el auténtico problema del suicidio no está en estos casos, suficientemente justificados, sino en el suicidio sin motivación aparente, en el Descontento sin causa, con el único fin de terminar con la vida sin que sea necesario un motivo.
Quizá sea este el auténtico rasgo característico de la inteligencia. La comprensión de que la vida no es más que un absurdo singular en un universo que jamás alcanzaremos a comprender.

domingo, octubre 02, 2005

Hay preguntas que nunca deberían formularse. Esto incluye algunas de las típicas que se realizan a los niños pequeños. Ayer le pregunté a p, a quién quería más: "A papá o a mamá". Yo recuerdo cuando me hacían esa pregunta. Invariablemente, y sin dudar, contestaba: "a los dos", pero p no, p es más lista que yo, y parece que además no tiene pelos en la lengua, ya que sin vacilar un solo instante dijo: "a mamá". La verdad es que no me extraña, y siento cierto orgullo en que se haya atrevido a decirlo, pero no dejo de sentir una pequeña punzada de celos. Mujeres...