lunes, noviembre 29, 2004

Mumbai, antes llamada Bombay, es la capital comercial de la India, en esta ciudad viven dieciseis millones de personas. Muchas de ellas recorren todos los días decenas de kilómetros para llegar a sus puestos de trabajo. Ese desplazamiento está facilitado por una línea de tren, herencia del imperio británico, que recorre la ciudad de norte a sur (unos 70 kilómetros).
Mumbai, como toda la India, es un crisol de culturas, credos y castas, lo cual plantea ciertos problemas que son resueltos de forma original. Uno de estos problemas es el de la comida.
Los cientos de miles de personas que, en Mumbai, toman el tren todos los días para ir a su trabajo se enfrentan al problema de cómo llevar la comida al trabajo. Salen muy temprano de casa, por lo que a sus mujeres o madres (la India sigue siendo muy tradicional en ese aspecto) no les da tiempo a preparársela, en caso de que diese tiempo, no podrían llevárla al trabajo, ya que resultaría sumamente incómodo acarrearla en un vagón de tren que va atestado hasta el punto de llevar a gente colgada en su exterior (es muy complicado agarrarse a algo llevando una fiambrera en las manos). La solución sería comer en restaurantes, pero esto también plantea ciertos problemas. Las castas, que forman la base de la sociedad hindú, tienen sus propias directrices en cuanto a la comida y su preparación, por lo que es probable que no se encuentre un restaurante apropiado cerca del lugar de trabajo. En caso de que se encuentre, el restaurante puede ser caro o barato. En el primer caso, no resultaría muy rentable comer en él todos los días, en el segundo caso, parece que la higiene de los restaurantes baratos deja bastante que desear, incluso para los estándares de la India.
La solución la dan un grupo de personas llamados dabbawallas, los repartidores de dabbas. Las dabbas son unos recipientes cilíndricos, de metal, con un asa para su transporte y que en su interior albergan tres platos de aluminio o acero inoxidable. En estos platos, las mujeres de la casa preparan la comida una vez que los hombres se han ido. A media mañana, un dabbawalla pasa por la casa y recoge el recipiente. Cada dabbawalla cubre unos veinte kilómetros cuadrados de ciudad, y recoge entre treinta y sesenta dabbas, que transporta por medios rudimentarios: carretillas, bandejas apoyadas sobre la cabeza o mochilas por las atestadas calles de la ciudad. La carga llega a pesar ochenta kilos. Una vez realizada la ronda de recogida, el dabbawalla va a la estación de tren de su distrito, donde se encuentra con otros de sus colegas. En ese momento comienza un intercambio vertiginoso de recipientes, pues cada dabbawalla tiene asignada una zona de entrega y debe obtener los recipientes que van destinados a su zona. El intercambio se realiza en cada estación por la que va pasando el tren. Cada dabba, en el viaje hasta su destino, cambia, como poco, cuatro veces de manos. La forma que los dabbawalla tienen de saber el origen y el destino de cada dabba, es un código jeroglífico que cada recipiente tiene pintado en su tapa. Lo más curioso es que los dabbawalla son analfabetos, y no utilizan ningún sistema de anotación, registro o guía. Así todo, los 3000 pertenecientes al gremio, reparten cada día 400000 comidas con un porcentaje de error ínfimo. Y la cosa no queda ahí, sino que cuando termina la hora de la comida, las dabbas realizan el recorrido inverso para llegar a su punto de destino y estar preparadas al día siguiente para realizar otra vez su viaje.
El gremio de los dabbawalla tiene más de cien años, y supone el medio de vida de un buen número de familias, están organizados con planes de pensiones, seguros médicos y demás facilidades que tendría cualquier empresa occidental. Las mismas empresas que estudian los procedimientos de los dabbawalla intentando comprender cómo han podido alcanzar una eficiencia tan grande en el campo de la gestión de recursos con unos métodos tan rudimentarios.
Y es que el ser humano es una máquina maravillosa, aunque muchos de nuestros congéneres se empeñen una y otra vez en demostrar que eso no es cierto.

jueves, noviembre 25, 2004

El rey Juan Carlos, "nuestro mejor embajador", y su esposa, han almorzado con el matrimonio Bush en el rancho qué éstos tienen en Texas. Bush saludó a los reyes con la frase "España es un gran país y un país amigo", lo cual no me parece demasiado destacable, ya que lo que en realidad hubiese sido noticia es que hubiese saludado con algo como "España es una mierda de país y un aliado de los malditos moros" que, yo creo, es lo que realmente piensa Bush.
Los periódicos han prestado especial atención al menú ofrecido: pavo de granja, muy típico de estas fechas y lubina al estilo de la pradera, que no es típica pero que parece gustar mucho a George W. Lo que no dicen es qué ha comido la reina, que según parece es vegetariana.
Estos nobles...

lunes, noviembre 22, 2004

Como sabeis, me encanta hacer comentarios a destiempo. Como hace tiempo que no hago ninguno, hoy me recrearé con una de las últimas películas que he visto. Se trata de Adaptation dirigida por Spìke Jonze en el año 2002 y estrenada en España con el rimbombante título de "El ladrón de Orquídeas".
¿Cómo explicar esta película?
Si viste "Being John Malkovich" puedes hacerte una idea de lo que te espera. Una historia en la que se mezclan realidad y ficción y en la que la auténtica estrella es el guionista de la película, Charlie Kaufman, bueno, él y su hermano gemelo Donald, que pese a no existir más que en la imaginación del autor (y la pantalla), fue co-nominado, al mejor guión adaptado en los Oscar de aquel año.
La idea de la historia, y el motivo de su título (y subtitulo en español es el siguiente):
En 1995, la escritora Susan Orlean, publicó en la revista The New Yorker la historia de un hombre que había robado de una reserva natural del estado de Florida un puñado de plantas en peligro de extinción. El artículo estaba aderezado con especias como la inmunidad legal de los indios seminolas, una vida dedicada al coleccionismo y la pasión por las orquídeas. El artículo tuvo un gran éxito, y derivó en un libro "El ladrón de orquídeas" ganador de varios premios. El éxito del libro fue tal, que se compraron los derechos para realizar una película. Y ahí es donde arranca la historia de Adaptation.
Durante el rodaje de "Being John Malkovich", el guionista Charlie Kaufman recibe el encargo de adaptar el libro de Susan Orlean. A Charlie, la historia del ladrón de orquídeas le apasiona tanto como las plantas a su protagonista, pero se ve demasiado involucrado en la historia para lograr una adaptación objetiva. Así que lo que debería haber sido una película sobre el coleccionismo de orquídeas se convierte en una película sobre la lucha de un guionista por adaptar una obra, y sobre el proceso de adaptación que los seres humanos sufren a lo largo de la vida para lograr sobrevivir.
Es realmente complicado explicarlo, pero merece la pena verla.
El artículo original de Susan Orlean es muy interesante. Me he tomado la libertad de traducirlo al castellano, lo cual convertirá este post en uno de los más largos de la historia.
Me gustaría dejar claro que si la autora o la revista New Yorker tienen algún problema en que lo publique sólo
tienen que ponerse en contacto conmigo y gustosamente lo eliminaré de esta página :)
Fiebre de Orquídeas.
Por Susan Orlean.
Traducción (libérrima) de Poncho López.
El artículo original se puede encontrar (por ejemplo) aquí.

John Laroche es un tipo alto, delgado como un palo, con ojos pálidos, hombros encorvados y punzantemente atractivo, aparte del hecho de que le faltan todos sus dientes delanteros. Tiene la actitud de un espagueti al dente, y la nerviosa intensidad de quien juega mucho con video-juegos. Tiene treinta y cuatro años, y trabaja para la Tribu Seminola de Florida, construyendo un vivero en la reserva de la tribu cerca de Miami. Los apodos de los Seminola para Laroche son Hombre Blanco Loco y Buscaproblemas. Conocí a Laroche durante el último verano, en el juzgado del condado de Collier, en Naples, Florida. El motivo fue una audiencia posterior al arresto de Laroche por coger, ilegalmente, orquideas salvajes en peligro de extinción, flores por las que siente pasión, de la reserva forestal estatal de Fakahatchee, un lugar que él adora. Laroche vestía para la ocasión. Llevaba gafas de sol Mylar sujetas con una cinta alrededor de la cabeza, una camiseta de algodón con un paisaje estampado y pantalones que le caían por el trasero. Fue llamado para decir su nombre y dirección y describir su experiencia trabajando con plantas. Laroche fue hasta el centro de la sala. Levantó su barbilla. Habló con voz áspera y arrastrada. Metió los pulgares en las trabillas de su pantalón y dijo, "He sido horticultor profesional durante aproximadamente doce años. He tenido un vivero de mi propiedad... Tengo gran experiencia con orquídeas, y con la micropropagación asexual de orquídeas bajo condiciones asépticas". Sonrió y dijo a la corte, "Soy, probablemente, la persona más inteligente que conozco".

Laroche creció en Miami. Cuenta que era un chico extraño. No es difícil creerlo. Cuando quiso una mascota, se compró una pequeña tortuga, a continuación compró diez pequeñas tortugas, entonces intentó criarlas, entonces comenzó a vendérselas a otros chicos, entonces decidió que su vida no merecía la pena ser vivida a no ser que consiguiera un ejemplar de todas las especies de tortugas raras, incluyendo una exótica tortuga de trescientas libras de las Islas Galápagos. De repente, otra pasión le capturó. Se vio inmerso en los fósiles de la última glaciación. A continuación dejó las tortugas y los fósiles y se obsesionó con la talla de gemas, para, tras un tiempo abandonarla y comenzar a coleccionar espejos antiguos. Sus pasiones aparecen rápidamente y terminan abruptamente, como un tornado. Normalmente, el final de la pasión es acompañado de alguna declaración dramática. Cuando era un adolescente, pasó por una fase de peces tropicales durante la que tuvo sesenta peceras en su casa. Incluso aprendió a bucear a pulmón para capturar los peces por si mismo. Entonces llegó el final. No solamente perdió el interés por coleccionar peces: renunció a ello como si hubiese abandonado un mal hábito. Dijo que dejaría de coleccionar peces para siempre. También dijo que nunca más pondría un pie en el océano. Eso fue hace quince años. Vive a unas pocas millas del Atlántico pero nunca ha vuelto a entrar en él desde entonces.

Laroche conversa como si fuese un Mr. Enciclopedia. Esto no es resultado de una educación formal, extensiva y rigurosa. Fue al instituto en el Norte de Miami, pero a partir de ahí es un autodidacta. De hecho es casi imposible imaginarle dentro de un aula. En ocasiones, se lamente de lo que podría haber sido su vida si la hubiese vivido de forma convencional. Piensa que podría haber ido a una escuela médica y convertirse en neurocirujano. Se hubiese convertido en una persona rica y distinguida. En vez de eso, vive con su padre y lo ha hecho de formas poco convencionales. Por ejemplo, una vez vendió a una revista de jardinería un artículo llamado "¿Morirías por tus plantas? Esto lo hizo tras haber derramado polvos pesticidas en un corte de su mano ?un incidente que le dejó daños permanentes en corazón e hígado y el sentimiento persistente de que su experiencia podría servir para hacer una historia buena y vendible. Actualmente está escribiendo una guía sobre cultivo de tejidos (tissue-culturing) de plantas en casa, que planea anunciar en High Times, la revista sobre marihuana. En el anuncio pedirá un montón de dinero por la guía, pero evitará mencionar que cualquier cultivo de marihuana que siga las precisas instrucciones de Laroche nunca madurará lo suficiente para tener propiedades psicotrópicas. El se defiende diciendo que con esto ganará dinero, enseñará a los chicos a cultivar plantas y evitará que se coloquen, dándoles, de paso, una lección sobre que el crimen no paga. La espiral de lógica entrelazada con altruismo y ruptura de reglas alrededor de posibles ganancias financieras es la especialidad de Laroche. Justo cuando crees que has averiguado que es un granuja, revela un motivo anterior y lucrativo que le ha llevado a su granujería. Le encanta hacer las cosas difíciles, si significa que consigue lo que quiere y te deja preguntándote cómo lo ha conseguido. Es la persona más amoral que he conocido en mi vida.
Cuando estaba creciendo, Laroche y su madre rondaban por la reserva de Fakahatchee y otros pantanos del sur de Florida buscando cosas inusuales. En aquella época, Laroche y sus padres vivían en el Norte de Miami. El padre, un trabajador de la construcción, había roto su espalada en una caída mientras trabajaba y había quedado inválido. Laroche era el único hijo superviviente; una hermana había muerto a temprana edad. "Somos una familia de enfermedades y dolor" dice Laroche. El describe a su madre, que murió en 1988, como obesa, rancia, Judía de nacimiento pero seriamente interesada en diferentes fes. No suena como alguien que se arrastraría por húmedos y resbaladizos pantanos, pero así es como ella y John pasaron muchos de sus días juntos. Algunas veces marcaban orquídeas que estaban en flor para volver meses después y comprobar si habían formado semillas. Durante un tiempo, la pasión de Laroche fue fotografiar cada especie de orquídea existente en Florida; él y su madre entraban en el pantano durante horas llevando cámaras.
A medida que se hacía mayor, Laroche pasó de querer fotos de las orquídeas a querer las propias orquídeas. Se casó en 1983, a los veintitrés, y aquél mismo año, el y su mujer abrieron un vivero en el Norte de Miami. Antes de eso, trabajó en la construcción pero, igual que su padre, se rompió la espalda en una caída y obtuvo la baja por invalidez. Llamaron al vivero el Arbol de Bromelia. (Las bromelias son plantas espinosas que normalmente, como las orquídeas epifitas, se enganchan a las ramas de otros árboles en lugar de arraigar en el suelo. Algunas de ellas crecen de forma salvaje en el Fakahatchee.) El vivero de Laroche se especializó en el material más extraño. Tenía cuarenta mil plantas, algunas de ellas eran los únicos especimenes existentes en cultivo. Laroche dice que en 1990 se presentó en la conferencia anual de Bromelias con un increíble expositor de doce por veinticinco pies que mostraba bromelias en forma de estrella, con pintura fluorescente, luz negra y luces de navidad dispuestas en la forma de las constelaciones celestes.
La conferencia le supuso un punto de inflexión. Se convirtió en un personaje bien conocido en la comunidad botánica y comenzó a llamar a gente en todo el mundo buscando plantas poco corrientes; sus facturas de teléfono, algunas veces se acercaban a los mil dólares mensuales. En aquella época entró y salió mucho dinero, pero el se quedó casi sin nada. Una vez, gastó cientos de dólares en la construcción de una pequeña caja de aire acondicionado para un raro helecho que consiguió de un amigo de la República Dominicana. El helecho murió. Laroche nunca lamentó el gasto. Acumuló una de las colecciones más grandes del país de Cryptanthus, un tipo de bromelia brasileña. Tenía una asombrosa Antherium veitchee de seis pies con hojas arrugadas de la que él decía que era "una fabulosa, fabulosa hija de puta." Tenía docenas y docenas de orquídeas. Disfrutaba particularmente clonándolas y mutándolas. También averiguó como criar ciertas especias que rara vez se habían conseguido en laboratorio.
Día y noche, la gente pasaba por su casa para hablar sobre plantas y admirar su colección. La gente le daba plantas en pago por hacer de guía a través del Fakahatchee sólo para ver una planta en la que les interesase. Una tarde, mientras yo le visitaba en su oficina del vivero de los Seminola, comenzó a hablar sobre la asombrosa adaptabilidad de las plantas, y mencionó que la planta con la mayor flor del mundo, la rafflesia, vive de forma parásita en las raíces de un árbol al que acaba devorando. Dice que cuando tenía el vivero, mucha gente le llamaba para hablar sobre plantas, pero el sabía que era sólo porque se sentían solos y querían alguien con quien hablar, o que eran competidores que querían probar sus conocimientos contra los de él. Dice, "A veces sentía que querían consumirme, me siento como si fuesen plantas parásitas y yo fuese su árbol"
Las orquidáceas son una familia de plantas perennes con un estambre fértil y flores de tres pétalos que, dependiendo de la especie, pueden ser cualquier cosa desde pálidas motas a voluptuosas masas. Generalmente hablando, las orquídeas parecen volver locas a la gente. La gente que ama a las orquídeas las ama locamente, pero la pasión por las orquídeas no es necesariamente pasión por la belleza. Algo en la forma de las orquídeas las hace parecer más una criatura que una flor. Muchas orquídeas tienen apariencia extraña, y otras tienen formas bizarras y chillonas combinaciones de colores, además todas las orquídeas son bastante feas cuando no están en flor. Laroche me dijo que muchas especias son tan simples que cuando se las enseña a la gente, invariablemente preguntan cómo serán cuando florezcan, y el tiene que explicarles que ya están en flor. Las orquídeas se han adaptado a casi todos los entornos de la tierra. Pueden ser mutadas, cruzadas y clonadas. Pueden tener la forma de complejas estructuras arquitectónicas o de chillonas, glamourosas, exquisitas flores. No es sorprendente que las orquídeas provoquen todo tipo de asociaciones sexuales; pocas flores son tan sencillamente eróticas en apariencia o efecto. Incluso otras criaturas encuentran a las orquídeas irresistibles. Algunas orquídeas tienen exactamente la forma que el insecto que las poliniza, de forma que el insecto alcanza su interior pensando que ha encontrado a su pareja.
El coleccionismo de orquídeas comenzó en la Inglaterra Victoriana como una afición para los muy ricos ?gente con suficiente terreno para invernaderos y suficiente dinero para patrocinar expediciones que encontrasen las más raras especies. La afición alcanzó proporciones tan grandes que en aquella época se la conoció como orquidelirio, por culpa de una serie de coleccionistas maniáticos. Muchos de ellos gente normal, una vez tocados por las orquídeas dejaban de ser normales para parecerse a John Laroche. En una exposición de orquídeas en Nueva York el pasado año, oí la misma historia una y otra vez ?cómo una orquídea en la cocina, primero llevó a una docena y después a un invernadero en el patio, y después, en algunos casos a múltiples invernaderos y viajes a Asia y Africa acompañados de crecientes gastos para hacer frente a esta pasión. Caminé por la exposición junto a un coleccionista de Guatemala que decía "El bicho te pica. Puedes unirte a alcohólicos anónimos para dejar de beber, pero una vez que entras en las orquídeas nada puede sacarte.
El coleccionismo puede ser un tipo de mal de amores. Si empiezas a coleccionar cosas vivas, estas persiguiendo algo imperfecto, e incluso si consigues encontrarlo y lo posees, no hay garantía de que no muera o cambie. La complejidad botánica de las orquídeas y su mutabilidad las hace, quizá, el más irresistible y enloquecedor de todos los seres vivos coleccionables. Hay cerca de veinte mil especies de orquídeas ?es la mayor familia de plantas con flores sobre la tierra. Se crean nuevas orquídeas en los laboratorios y otras son descubiertas cada día. Otras sólo existen en pequeños y remotos lugares. Desear a las orquídeas es tener un deseo que nunca podrá ser completamente saciado. Un coleccionista que desee una de cada especie de orquídeas, morirá antes de acercarse a su objetivo.
Una calamitosa helada en el sur de Florida en 1989 mató a la mayor parte del contenido de los viveros, incluyendo al de Laroche, después, en 1991, un lote defectuoso de fungicidas mató a orquídeas y a otras plantas en invernaderos a lo largo de todo el país. Laroche se quedó casi sin nada. Tres años antes, un conductor borracho embistió a su coche, el accidente le arrancó los dientes delanteros, dejó a su mujer en coma durante varias semanas y mató a su madre y a su tío. El y su mujer se separaron, dice que fue porque ella podía sentarse a escuchar un disco de Grateful Dead y él no. En agosto de 1992, golpeó el huracán Andrew. En aquella época, Laroche tenía las plantas que le quedaban en tres invernaderos diferentes de Miami y Homestead. Durante la tormenta, dos de los tres invernaderos desaparecieron completamente. El tercero, más o menos explotó. Cuando fue a examinarlo, se encontró los restos de una de sus plantas; estaba en mitad de la carretera a tres manzanas de donde había estado el invernadero. El agua salada, traida por la tormenta, envenenó al resto. En aquel momento, él llevaba en el negocio de las plantas doce años. Había sido una persona famosa. Decidió que se moriría con el corazón roto si volvía a abrir un vivero otra vez.
La empresa de la tribu Seminola de Florida no tenía un vivero, pero la idea de comenzar uno estaba entre los muchos proyectos de auto-ayuda contemplados por la tribu. Los Seminola poseían noventa mil acres en Florida. El desempleo en la tribu es cercano al cuarenta por ciento. El plan de los Seminola era contratar a un hombre blanco con conocimientos, dejarle dirigir el vivero y enseñar a los miembros de la tribu tanto como fuese posible, y entonces, eventualmente, reemplazar al director blanco con uno de los miembros de la tribu. Los seminola pusieron un anuncio en el periódico. John Laroche lo vió, se presentó y fue contratado. Por supuesto, no se sentía inclinado a hacer el trabajo de la manera sencilla. Decidió hacer del vivero algo espectacular. Quería cultivar cosas exóticas ?espinacas que crecían de vides, calabazas trepadoras, pimientos picantes con forma de pene, un centenar de variedades de lo que el llama "vegetales extraños que te cagas". También quería construir un laboratorio para clonar orquídeas. No estaba interesado en ramos de orquídeas: quería cultivar especies raras y en extinción que sólo están disponibles en el mercado negro. Si tenía éxito, acabaría con el mercado ilegal de plantas ?una perspectiva que le gustaba, especialmente si podía conseguirlo al estilo Laroche. Tras ser contratado por los seminola, la nueva pasión de Laroche fueron las leyes Indias. Pasó horas en la biblioteca de la universidad de Miami. Estudió el caso del estado de Florida contra los indios Miccosukke por recolección ilegal de palmas. Aprendió la tortuosa historia del estado de Florida contra James E. Billie, en la que el gobierno intentó, infructuosamente, encarcelar al jefe Billie, el presidente del consejo tribal de los seminola, por disparar, despellejar y comerse una especie protegida de pantera. Cuando terminó su investigación, Laroche se convenció de que había encontrado un agujero en la legislación del estado que eximía a los seminolas del cumplimiento de las leyes para la protección de plantas raras.

Las primeras orquídeas aparecieron en los trópicos, pero ahora viven en todo el mundo, extendidas por corrientes de aire. Las semillas de una orquídea son oscuras, pequeñas y finas como la pólvora, un huracán puede llevar millones de ellas a miles de millas de distancia. Una ráfaga de viento suficientemente fuerte y unas pocas flores con semillas podrían exportar desde Sudamérica suficientes ramos para los bailes de promoción de Miami hasta el fin de los días. Los vientos que soplan sobre Florida, dejan caer semillas en piscinas, barbacoas, autopistas, aparcamientos, tejados de edificios de oficinas y también en lugares tranquilos, húmedos y cálidos en los que las semillas pueden germinar y crecer. Muchas semillas que cruzan el Golfo de Méjico probablemente caen y mueren por el camino, pero una que sobreviva y caiga en un lugar como el Fakahatchee tiene posibilidades de prosperar. Al cambiar el siglo, el Fakahatchee estaba tan lleno de orquídeas de diferentes especias que era como un supermercado de orquídeas.
El último censo sobre las plantas del Fakahatchee fue hecho en 1987. Listaba cuarenta y cinco especies diferentes de orquídeas. Una de esas especies, conocida como la orquídea del peinado de las damas del Fakahatchee (Spiranthes lanceolata var. paludicola), fue descubierta en esta reserva. También existen diez especies que no se encuentran en ningún otro lugar de los Estados Unidos ?la orquídea de cola de rata, la orquídea de espuela combada, la epidendrum enana, la orquidea enroscada, la orquidea Gale, la falsa araña de agua, la pequeña orquídea Harris, la orquídea escondida, la maxillaria de pequeñas flores y la orquídea de flor congelada. Muchas de estas son poco espectaculares, con pequeñas raíces e insignificantes flores. La gente a la que le gustan las orquídeas grandes y extravagantes, encontrarán estas plantas decepcionantes. Por otra parte, un coleccionista auténtico ?el tipo en el que se había convertido Laroche?las encontraría irresistibles; también podrían ser cruzadas con otras especies para crear cosas nunca vistas.
La única orquídea realmente bonita del Fakahatchee es la fantasma. Cuando no está en flor, la fantasma, que no tiene hojas, tiene la apariencia de unas pequeñas tiras verdes de la anchura de un lingüini. Una vez al año, cuando florece, la fantasma es adorable. La flor es blanca como el papel. En el centro se encuentra su intrincado labio, característico de todas las orquídeas. El labio de la fantasma es particularmente pronunciado, y cada una de sus dos esquinas se convierte en una larga y oscilante cola. La forma, delicadeza y temblorosa sensibilidad de estas esbeltas colas hace que la flor se asemeje a plumas, a las piernas de una bailarina o dos pequeñas banderas. Debido a que no tiene hojas y a que crece en los árboles, y porque su sistema de raíces se funde con el árbol o la roca a la que se abraza, el florecimiento de la fantasma puede aparecer suspendido de forma invisible, como si fuese una criatura voladora. La blancura de la flor resalta contra el gris y verde del pantano. La especie es temperamental, de difícil propagación, raramente vista en cultivos, y difícil de encontrar en la naturaleza. Una vez, mientras yo estaba en el Fakahatchee, uno de los rangers recibió una llamada de una mujer en Georgia dispuesta a gastar lo que hiciera falta para ver a la orquídea fantasma en flor. Quería saber si el ranger había visto alguna lista para florecer. Tras hablar con él, ella dejó el trabajo, tomó un avión para Florida, alquiló un coche y entró en el pantano al día siguiente. Ninguna cantidad de dinero en el mundo hubiese supuesto una diferencia, porque la orquídea fantasma vista por el ranger había perdido su floración y volvía a ser un puñado de raices en un árbol. Carlyle Luer, el autor de "Las orquídeas nativas de América", la guía definitiva sobre la materia, escribió sobre la orquídea fantasma, "Si uno es lo suficientemente afortunado para ver una flor, todas las demás quedarán eclipsadas."
El 21 de diciembre de 1993, Laroche y tres hombres seminolas que trabajaban con él en el vivero?Dennis Osceola, Vinson Osceola y Russell Bowers?entraron en el Fakahatchee y caminaron junto a los grandes cipreses a través de toda la mugre hasta una sección profunda del pantano conocida como West Lake. El veintiuno fue un día bochornoso. Los hombres dejaron su furgoneta en la carretera panorámica William James, una carretera de gravilla que se bifurca de la estatal 29 unas pocas millas al sur de la prisión del estado. Era un lugar poco usual para aparcar. Cuando un ranger de patrulla vio la furgoneta decidió parar y esperar a que sus ocupantes retornasen.
Pasó algún tiempo. Finalmente los cuatro hombres emergieron del bosque. Llevaban varias bolsas de basura y fundas de almohada. Tras ser arrestados, abrieron las bolsas y las fundas, de forma que el ranger pudo marcar y fotografiar lo que habían sacado del pantano?ciento treinta y seis plantas, incluyendo Catopsis nutans, Tillandsia pruinosa, Peperomia obtusifolia y docenas de orquídeas salvajes. En las fundas de almohada había espuelas combadas, conchas de almeja, mariposas, marrones, noches, rígidas, enroscadas, orquídeas de hoja brillante y varios ejemplares de la muy admirada, altamente cotizada, rara especie de flores blancas Polyrrhiza lindenii?La fantasma.
El ranger que escribió los cargos y el fiscal que archivó el informe oficial no estaban seguros de si los seminola trabajaban para Laroche o viceversa. Por una parte, Laroche había sido contratado por los seminola para levantar un vivero en la reserva, pero por otra parte, Laroche había perdido sus propias plantas y necesitaba nuevos ejemplares. El sabía donde encontrar plantas raras y podía estar utilizando a los seminola para circunvenir la ley. Estaba claro que las plantas que los cuatro hombres habían recogido eran raras y valiosas, y que habían sido cosechadas cuidadosamente. Las especies epífitas?las que crecen adheridas a los árboles?habían sido recogidas cortando las ramas sobre las que crecían. Estaba claro que la persona que comprendía el valor de las plantas y sabía qué hacer con ellas era John Laroche.
Al día siguiente del arresto, conduje hasta el cuartel general de la tribu, que está en Hollywood, en la segunda reserva seminola de Florida. En el extremo norte de la reserva está el parque temático Santa?s Magical Village Holyday. Cerca de allí hay una estatua de un seminola luchando con un aligator. El escultor había usado a un pariente como modelo para la estatua, aunque el pariente no era indio?el escultor había pensado que el hombre tenía una buena estructura india. La estatua fue hecha en los cincuenta, y el modelo había sido el padre de John Laroche.
El mayor trailer del cuartel general de los seminola, pertenece a Buster Baxley, el director de planificación y desarrollo de la tribu. Baxley es un hombre ronco que está entrando en los cuarenta. Tiene ojos marrones, mejillas sedosas, y pelo del color de una pelota de baloncesto. Me llevó a los jardines seminolas, el vivero de la tribu que se encuentra a unos minutos del cuartel general bajando por la calle desde la iglesia de la Biblia Baptista Independiente. La oficina de Laroche está en otro endeble trailer en los límites del vivero. Excepto por el trailer, nada había brotado todavía en los jardines seminolas. Cuando Baxley y yo entramos en el recinto, Vinson Osceola y otros dos hombres estaban cerca del trailer, mirando una pila de aros de metal y redes de nylon. No había mucho más excepto una pila de caballetes para sierras, plantadores de cedros, y algunas bolsas de plastico. Laroche estaba en el interior, sentado a su mesa, leyendo una postal que acababa de recibir de un amigo llamado Walter. Dijo que Walter estaba loco por coleccionar lirios acuáticos y que viajaría a cualquier parte del mundo en el momento que oyese noticias acerca de un ejemplar raro. Algunas veces Walter recoge la planta para hacerla crecer en casa, y otras veces sólo le echa un vistazo. La postal venía de Botswana. Laroche la levantó y leyó. "Dice, ?Las plantas están bien. Nos vemos?" Bajó la carta y dijo "Walter está como una cabra".
Baxley permaneció en la entrada de la oficina e ignoró la lectura de Laroche. Señaló con su mano hacia la ventana y dijo, "John, ¿qué tal se portan los chicos?"
Laroche dijo, "Bien, Buster." Puso los pies sobre la mesa y comenzó a balancearse en su silla. Vestía pantalones de camuflaje, un sombrero de los Miami Hurricanes y una camiseta de los Chicago Blackhawks.
Baxley dijo, "Todo el mundo piensa que John estaba explotando a estos muchachos indios, de forma que el pudiese robar sus ejemplares y levantar su propio vivero. Bien, yo fui el que lo autorizó. Les dije que salieran a recoger lo que necesitasen. John me trajo el estatuto de Florida en el que dice que los Indios estamos exentos de las leyes acerca de la recolección de plantas, y nosotros pensamos que el vivero debería tener algunas plantas salvajes para criarlas y mostrarlas. Le pregunté sobre ello varias veces, porque quería estar seguro y le tuve cerca de un mes esperando porque quise investigarlo por mi cuenta."
Laroche mostró en su cara una expresión de horror y dijo, "¡Buster! ¿No me creiste?"
Baxley dijo, "Entonces, al principio, cuando fueron arrestados, pensamos que era discriminación contra nosotros, contra la tribu. Ahora creo que si aquellos rangers simplemente hubieran cogido a unos chicos indios les habrían dejado ir. Ellos no quieren liarse con nosotros, con los derechos Indios. Nosotros tenemos a la naturaleza de nuestra parte. Nos somos como los no indios que despellejan la tierra para conseguir un dólar. Nosotros no cazamos sólo por cazar. Nosotros cazamos para sobrevivir! Mejor que el estado de Florida no juegue con cuales son mis derechos" Hinchó el pecho y dijo "Porque si no, Entraré ahí y me llevaré todo bicho viviente del Fakahatchee"
Laroche dejó de columpiarse en su silla y cayó golpeando sobre su mesa. Frunció el ceño y dijo "Aaaaaw, venga ya, Buster"
Baxley le miró, entonces me miró a mí y dijo, "Los rangers no querían a los indios. Era a John a quien querían despellejar".
Baxley decidió volver a su oficina y continuar con el papeleo de una empresa en común para cultivo de cítricos entre los seminolas y unos inversores japoneses. Laroche y yo fuimos a su furgoneta. Laroche quería visitar algunas de las plantas que habían sobrevivido al huracán y que había vendido a un vivero llamado Tropical Paradise. En el exterior, el cielo estaba claro y el aire parecía pegamento. Los trabajadores habían clavado en el suelo algunos aros de metal para hacer parterres. Vinson Osceola se acercó a nosotros con una pala. Vinson es un hombre joven con el cabello largo y brillante, fuertes hombros y una mirada tímida y ligeramente temerosa. El y Laroche hablaron durante unos minutos acerca del proyecto de construcción. Mencionó que Dennis Osceola se había lesionado y no estaba trabajando, y que Russell Bowers, el otro acusado en el caso de las especies protegidas estaba "fuera de la reserva".
"No voy a hablar contigo", me dijo Osceola, "No es nada personal, es el estilo indio"
Laroche hablaba mientras conducía. "Originalmente, los indios sólo querían excavar en la reserva y vender lo que encontrasen. Así que les explique el negocio de los viveros. Les dije, ?podeis excavar, sacar material y venderlo, pero es mejor propagar plantas?. Les expliqué que podrían trabajar con las orquídeas, cruzarlas, clonarlas y de una sola planta conseguir millones. Siempre he estado metido en este negocio. También era bueno logrando mutaciones de plantas. Mutaciones para divertirme y enriquecerme. Expones semillas a la radiación o a productos químicos, y consigues cosas que nunca han sido vistas anteriormente en el mundo. Es un gran hobby, mutaciones de plantas. Comprimes la evolución natural en uno o dos años. Creo que sería bueno para la humanidad el promocionarlo como un hobby. Hay un montón de vidas malgastadas por ahí y gente sin nada que hacer. Para mí, la mutación es la respuesta para todo. ¿Nunca te has preguntado por qué unas personas son más inteligentes que otras? Es porque esas personas mutaron cuando eran bebés. Creo que yo fui uno de esos. Fuí expuesto a algo que me mutó, y ahora soy increiblemente inteligente. Soy una de las cinco o seis personas en todo el país que sabe como reproducir y propagar la orquídea fantasma en un laboratorio. Mi plan es sacar unas cuantas plantas de la reserva, vender algunas y cultivar el resto en el laboratorio que estamos construyendo en el vivero, y en unos pocos años tendremos miles para vender. Hay mucho dinero en esto. Tienen un valor enorme en lugares como Australia, donde la gente adora las orquídeas y no puede conseguir estas variedades. El precio bajaría, pero seríamos capaces de vender millones una vez que las metamos en cultivo, así que todavía seríamos capaces de hacer toneladas de dinero. Mis amigos suelen decir, ?Si John consigue alguna vez algo de dinero y algo de terreno, cuidado con él? Así que los indios necesitaban a alguien para llevar un vivero y yo necesitaba dinero y terreno, entonces estudié la ley y me di cuenta de que era realmente vaga en cuanto a los indios sacando cosas de las reservas. Creo que la ley está hecha un lió y debería ser cambiada, porque no creo que sea una buena cosa tener a un montón de indios corriendo por el Fakahatchee, y sacando plantas, pero mientras tanto, alguien podría beneficiarse de cómo está actualmente la ley, y supuse que ese alguien podría ser yo."
Condujimos por una carretera de gravilla rodeada de gordas palmeras. Una brisa cálida soplaba a través de mi ventanilla abierta. El sol atravesaba las hojas de las palmeras y dibujaba líneas en la carretera. El dijo, "Supuse que podríamos conseguir lo que necesitábamos del Fakahatchee y al mismo tiempo lograríamos la atención suficiente para conseguir cambiar la legislación. Lo planeé de forma que entrase en el plazo de la sesión legislativa. Eso es lo que diré en el juzgado, diré que el estado necesita protegerse". Levantó una ceja y me miró. "Por supuesto, también me protegeré a mi mismo". Pasamos sobre unas vías de tren. Laroche se giró hacia mí y dijo, "Trabajo para los seminola, pero en realidad estoy del lado de las plantas. La ley no debería permitir que nadie entrase ahí y arrancase las condenadas plantas. ¿Es ético lo que hice? No lo se. Soy un astuto hijo de puta. Podría ser un gran criminal. Podría ser un gran estafador, pero es más interesante vivir dentro de los límites de la ley. La gente mira lo que hago y dice, ¿Es eso moral? ¿Es eso correcto? Bien, ¿no es todo lo importante el resultado de ese tipo de pensamiento? Coge algo como la energía atómica. Puede ser diabólica o una bendición. Bondad o maldad. Ahí está el asunto. El límite de lo ético. Y ahí es donde me gusta vivir.
En el Tropical Paradise, Laroche trató de persuadir al propietario, Joseph Fondeur, para que le dejase recomprar las plantas que le había vendido tras el huracán. Las plantas en cuestión eran enormes hoyas de hojas gomosas y largas ramas. Fondeur le dijo que no estaba interesado en venderle las hoyas. Laroche señaló que ahora tenía un buen vivero en la reserva y que podría darle a las hoyas un hogar adecuado.
"No me interesa" Dijo Fondeur golpeando una hoja de hoya.
"Volveré a por ellas", Dijo Laroche. "Venga ya, Joseph"
Fondeur golpeó otra hoja. "No, ahora me encantan, y en este momento son mias, no tuyas"
Hablaron durante un rato. Fondeur accedió a que cuando las plantas se reproducieran le daría a Laroche algunas de las pequeñas. Entonces Fondeur mencionó que a el le gustaban una gran variedad de plantas pero que estaba manteniendo su inventario de orquídeas al mínimo. "La gente de las orquídeas está demasiado loca", dijo. "Compran la orquídea y la matan. La gente de los helechos puede que sea peor, pero los de las orquideas?ya sabes. Se creen superiores" Miró a Laroche y dijo "¿Estás coleccionando algo ahora?"
"No", dijo Laroche. "No quiero coleccionar nada. Tengo que controlarme con las plantas. Incluso ahora, tengo esa sensación. Veo algo y tengo esa sensación?Pienso "¡Jesucristo!, eso es muy interesante, seguro que podría conseguir un montón".

La sociedad americana de la orquídea, estaba preocupada acerca del caso de las especies protegidas; si Laroche y los seminolas fuesen encontrados inocentes, podría comenzar una caza de orquídeas en espacios protegidos por todo el pais. El cuartel general de la sociedad está en West Palm Beach, a sólo ciento cincuenta millas del juzgado del condado de Collier a través de una autopista llamada el callejón del caiman (Alligator Alley). Antes de que el jefe Billie disparase a su pantera, la última pantera que había muerto de causas no naturales en el sur de Florida había sido atropellada por un automóvil en el callejón del caimán. La sociedad tiene casi treinta mil miembros. En sus oficinas puedes solicitar una tarjeta Visa de la sociedad de la orquídea, en la que hay impresa una foto de una Brassolaeliocattleya amarilla con un labio rojizo que parece un bolso de mano. También puedes examinar cincuenta mil diapositivas en color de orquídeas ganadoras de premios entre las que se incluyen las más apreciadas del mundo?por ejemplo, una Phragmipedium besseae con delgados pétalos rojo sangre y el labio carmesí. Si quisieras desesperadamente esta orquídea, podrías comprarla por varios cientos de dolares; hace diez años, antes de que nadie la hubiese propagado en laboratorio, esta Phragmipedium era extremadamente rara y costaba cinco mil dólares.
El caso del robo de orquídeas protegidas terminó resolviéndose no por la parte de las orquídeas, sino por la de los árboles, que todo el mundo?Laroche, Baxley, el fiscal y los rangers del Fakahatchee?sabía que no era la cuestión real, pero si la que estaba claramente definida por la ley. Tal como la ley está escrita, los indios están exentos de los estatutos que se refieren a la protección de plantas en peligro en cualquier lugar?reservas del estado, patios traseros privados o en la reserva de los seminolas. Si Bowers y los Osceola hubiesen cogido solamente especies protegidas, podrían haber solicitado la inmunidad total y los cargos hubiesen sido desestimados. Pero la mayor parte de las orquídeas seleccionadas por Laroche crecían en árboles y tuvieron que sacarlas junto con las ramas en las que estaban prendidas, de forma que no se dañasen sus raíces. Los árboles favoritos de las orquídeas?manzanos y otros árboles corrientes en el pantano?no están en peligro. Durante la vista, la juez Brenda C. Wilson, rechazó la anulación del caso por la inmunidad de los indios, pero los Seminolas no fueron acusados de posesión de especies protegidas. En ese aspecto, Laroche tuvo razón?había encontrado una contradicción en la ley. Su único fallo fue haber sido demasiado cuidadoso al arrancar las orquídeas. Unas semanas más tarde, los tres seminolas decidieron no alegar contra el código administrativo 16D 2003 (6) del estado de Florida, que prohíbe cortar árboles y sacar plantas de los parques estatales y las reservas del estado.
Laroche no tuvo inmunidad?El juez decidió que la inmunidad india no se extiende a los empleados no indios de la tribu?así que Laroche tendría que ir a juicio o acatar la condena por robo de plantas y árboles. Acató la condena. Tuvo que pagar una multa y los costes del juicio y se le puso en libertad condicional durante seis meses, durante los cuales no podría entrar en el Fakahatchee. Había ganado y perdido. Había encontrado un agujero en las leyes, pero había perdido el caso; había encontrado las orquídeas pero no había podido conservarlas; y se hizo famoso pero caído en desgracia. Me dijo que se había sentido como crucificado. Parecía animado por la tensión de los acontecimientos y por el hecho de que tenía razón y estaba equivocado simultáneamente. Esto le ponía en la éticamente estrecha cuchilla que el consideraba su lugar favorito. La otra cosa que había perdido por el momento era el Fakahatchee que es otro de sus lugares favoritos.
Tienes que desear algo desesperadamente para entrar en el Fakahatchee dispuesto a encontrarlo. El pantano Fakahatchee es una reserva de sesenta y tres mil acres de terreno costero, a unas veinticinco millas al sudeste de Naples, en esa parte del condado de Collier donde los céspedes satinados y los campos de golf dejan paso a los prados de hierba salvaje con bordes tan cortantes como guadañas. Parte del Fakahatchee es pantano profundo, parte bosque húmedo, parte es ciénaga marina y parte es pradera verde. Pero sobre todo es llano como una galleta. Las zanjas y las depresiones se llenan de aguas subterraneas. La mayor parte del terreno tiene una elevación de cinco o diez pies, pero hay zonas que están por debajo del nivel del mar.
El Fakahatchee tiene una cierta belleza extraña y salvaje. Es también un lugar agresivo e inhóspito. De hecho, las horas que pase volviendo sobre los pasos de Laroche, fueron probablemente las más miserables de toda mi vida. La parte pantanosa del Fakahatchee es cálida y húmeda, está llena de bichos, de serpientes acuáticas y de cascabel, caimanes, tortugas, plantas venenosas, cerdos salvajes y cosas que se te pegan y que te entran por la nariz y los ojos. Cruzar el pantano es una batalla. Puedes caminar tan tranquilamente como lo harías por un túnel de lavado de coches. En mitad del pantano hay charcos de siete pies de profundidad de aguas estancadas y el aire tiene la textura y el peso del terciopelo húmedo. Los árboles parecen sudorosos, las hojas están manchadas por la humedad. El barro absorbe tus pies y trata de reternerlos, y cuando no puede, se queda con tus zapatos. El agua del pantano está manchada de negro por el tanino de los cipreses, que es tan corrosivo que puede curar el cuero. Lo que no está húmedo en el Fakahatchee está muerto. El sol machaca la pradera sin árboles, el césped está tan seco que la fricción del paso de un coche podría incendiarlo, y el césped ardiendo envolvería en llamas al coche. El Fakahatchee solía estar lleno de coches quemados abandonados por aventureros calcinados. Un botánico que atravesó el Fakahatchee en los años cuarenta dijo que lo que más le había sorprendido de la zona había sido la interesante variedad de ardillas y la cantidad de Fords T chamuscados.
Antes de irme de Florida, entré en el pantano con los rangers, quienes habían replantado las orquídeas que Laroche tanto había deseado. Algunas de las plantas estaban insertadas en grietas de rocas y raíces de árboles. Las orquídeas son lentas en crecer, pero también son lentas en morir. Pasará algún tiempo antes de que se pueda decir si alguna de las plantas sobrevivirá. Estas orquídeas fantasma no estaban florecidas, así que volví al día siguiente y caminé durante horas tratando de encontrar una que fuese algo más que una tira verde pegada a un árbol. Vi algunas raíces, pero parecía que su momento de floración había pasado. Llamé a Laroche para decírselo y me dijo. "Eso no es verdad, están ahí fuera. Lo se. Se donde están" El teléfono se quedó en silencio durante un momento, entonces aclaró su garganta y dijo "Deberías haber ido conmigo."
Bien, si alguien ha llegado hasta aquí y se siente especialmente generoso y agradecido, que sepa que aceptaré cualquier regalo o donativo que tenga a bien realizar. (He añadido a mi wishlist de amazon.com el libro en cuestión ;)

jueves, noviembre 18, 2004

Durante los primeros días de colegio de p, tuvimos la ocasión de observar a los niños durante sus minutos de recreo. Para todos ellos, el colegio era una experiencia nueva, pero pudimos comprobar las diferentes maneras en que cada uno de ellos la afrontaba.
En el patio del colegio distinguimos tres formas de comportamiento claramente diferentes:
1-Los que lloran desesperados llamando a su mamá y pidiendo volver a casa. Desde mi punto de vista, esta es la actitud más normal y con la que yo me identifico.
2-Los que juegan tranquilamente como si estuviesen en su casa. p es una de estas. Me parece algo inexplicable, ya que durante toda mi vida escolar odié el colegio. En cambio creo que a P le gustaba.
3-Los que se quedan quietos, en medio del patio, mirando al vacío sin hacer nada. Me pareció algo tan aterrador que no he podido quitármelo de la cabeza. Es realmente angustioso ver, cómo niños de poco más de tres años dibujan en su cara la incertidumbre y desesperación de no saber qué están haciendo ahí. Lo peor de todo es que treinta años después, probablemente, seguirán teniendo esa expresión...

miércoles, noviembre 17, 2004

Querido diario blog, te he abandonado vilmente y sin avisar. Sólo puedo decir en mi defensa que ha sido algo sin premeditación y que ha sucedido por una serie de motivos que escapan a mi control. Me encuentro en un momento en el que estoy replanteándome cosas fundamentales de mi vida (y de la vida de cualquiera, ya que no soy nada especial).
p ha entrado en la rueda de lo social y políticamente correcto. Es decir, ha comenzado a ir al colegio, cosa que espero, no deje durante los próximos veinte años. La barriga de P sigue creciendo, todo avanza sin novedad y sólo (todavía!) nos quedan tres meses para que el pequeño p' (pues P ha decidido, sin opción a réplica, que se llame como yo) pase a formar parte de esta gran obra de teatro que pasa de comedia a drama sin entreacto y que bien mirado no deja de ser una farsa.
Tengo, lo que se dice, mi vida hecha: Una familia en crecimiento, una hipoteca, un trabajo mal pagado, un coche en las últimas, un perro que se hace viejo y un gran miedo a no poder con todo.

La sociedad me dice: gasta, consume, trabaja, gana dinero, gástalo. Muévete y presume ante tus amistades: Te necesitamos para que el sistema siga funcionando. Yo, os aseguro que lo intento con toda mi buena voluntad. Trabajo, me comprometo, me preocupo, me llevo los problemas a la cama y mi estómago lo paga.
(Apunte para un futuro post: Los problemas de salud como indicativo del éxito social)
Qué fácil es entrar en la rueda y seguir corriendo sin plantearse el porque.
Qué angustioso es darse cuenta de que todo lo que aparentemente es valioso, en realidad no vale una mierda. Porque, de qué sirve tener 10 si estás deseando tener 100. Quién me va a devolver las horas que he pasado preocupándome por cosas que no tienen arreglo o no dependen de mi. ¿Para que sirve el tiempo? ¿En qué podemos emplearlo? ¿Qué es lo realmente valioso?
¿Tiene sentido pasarme la mayor parte de la semana fuera de casa?
¿Merece la pena que mi hija diga que el sábado no se va al cole y el viernes es el día en que vuelve papá?
¿Qué es más valioso:? ir al estreno de una película, asistir a un seminario sobre el último adelanto técnico que va a revolucionar las comunicaciones o ver cómo p juega en la bañera...
Si tengo que hacerme esa pregunta, es que realmente tengo un problema...
Quizá ese es el primer paso, asumirlo. Estoy casi seguro de que es un problema sin solución, por tanto, ¿por qué preocuparme?
La única forma de acabar con este lio, sería una revolución. Una gran revolución global que acabe con todas las mentiras sobre las que hemos construido esta sociedad. Evidentemente esto plantea ciertos problemas, como que me quedaría sin trabajo (y probablemente sin posiblidad de volver a trabajar en mi campo) y que sería difícil el blogging una vez que hubiésemos terminado con el sistema económico, la Internet y demás chuminadas artificiales que tan felices nos hacen (en realidad que nos hacen creer que somos tan felices)
Pero como de revolucionario tengo más bien poco, y tengo aún menos fe en la raza humana, lo único que me queda es tratar de adaptarme y tratar de pasar lo mejor posible mi tiempo sobre la Tierra (que bien pensado es terriblemente corto)

Me hago mayor. Todos nos hacemos mayores. Comenzamos a morir en el mismo momento en que somos concebidos. Pero ¿cuándo te das cuenta de que eres mayor? Es algo progresivo, tan lento y gradual que sólo te das cuenta cuando es demasiado tarde incluso para lamentarse. En mi caso fue algo así: un día, ves que en primera división hay futbolistas que son uno o dos años mayores que tu. En seguida eres tu el que es mayor que los futbolistas. Después conoces a gente que nació el mismo año que pillaste aquella tremenda borrachera (en el 88 por ejemplo, y puede que los conozcas mientras te das cuenta de que ya no aguantas el alcohol como antes). Otro indicativo es que conoces la letra de todas las canciones del canal nostalgia, y además no te importa reconocer que lo escuchas. Por último, lo que más me sigue sorprendiendo, es que en televisión ponen películas que recuerdo perfectamente haber visto hace quince años (coño, si incluso recuerdo lo que me costó la entrada al cine y la marca de la chocolatina que me comí).
Y lo más curioso de todo, es que báicamente, en lo esencial no me siento diferente a cuando tenía dieciseis años (siempre he sido muy maduro :-/)

En fin, ha sido casi un mes lejos de mi jardín y han pasado cosas interesantes, pero nada realmente significativo (a estas alturas, nada menor a una invasión extraterrestre sería significativo)

Bush sigue gobernando, lo cual nos evitará el dolor de comprobar que el otro hubiese sido igual de fascista.
El otro día se firmó el acta de aprobación de la constitución europea. Llamadme ingenuo y simple si quereis, pero os aseguro que me emocioné viéndolo. ¿Os imaginais que no hubiese paises? Nadie a quien matar y nadie por quien morir. Que en todo el mundo sólo hubiese un pasaporte que dijese "ciudadano del mundo", y ya puestos a pedir, que no hubiese religión y que todo el mundo viviese en paz. Podeis llamarme soñador, pero no soy el único...

Serrat está malito, tiene la odiosa enfermedad mediante la que pagamos el precio de nuestras largas y desordenadas vidas. Al contrario que mis padres, que son muy fans, nunca me ha interesado demasiado su música, pero le tengo un respeto, aunque le considere el culpable de una de las mayores injusticias que hay. Y es que para cualquiera que alguna vez, haya intentado escribir algo bonito, resulta desmoralizador el darse cuenta de que Mediterraneo ya ha sido escrita.

Arafat ha muerto. Ya ha muerto hace unos días, y todavía nadie sabe si ha sido algo bueno, malo o, como decía una profesora que tuve hace tiempo, inverosímil.

Colin Powell ha dimitido. Normal, como parecía la única persona con sentido de todo el gabinete... parece ser que lo va a sustituir Condie Rice. Siempre me ha dado la impresión de que esa mujer desayuna cabezas de subsecretarios. He comentado con P, que siendo mujer y negra, para haber llegado a ese cargo, tiene que ser una hija de puta de marca mayor. A P le ha parecido un comentario machista, pero en realidad no lo era. Sólo quería decir que en esa empresa hay mucha competencia en el asunto del hijoputismo...

En fin, parece que he vuelto con ganas de escribir. Sólo espero que ahí fuera siga habiendo alguien que tenga ganas de leer, aunque si lo retoman en el siguiente post (sea cual sea), no me parecerá mal.