En todo hay cierta inevitable mala leche. En las caras de desprecio de los adolescentes en el andén del metro. A ti, que eras como ellos hace cuatro días. En la presentadora del telediario, con su mirada altiva procedente de unos rasgos perfectos de imagen sintética. En la mandíbula de una presidenta autonómica que mastica chicle igual que masticaría a los ciudadanos que no la votan. En la pluma de un escritor de moda que tras tres horas de mascar polvo bajo un sol de justicia sólo acierta a garabatear un firma ininteligible y ni siquiera la acompaña de tu nombre.
Mas yo, milagro inesperado. Vivo acorazado, impermeable y ajeno al mal karma que me pone enfermo.
martes, junio 17, 2008
Publicado por Poncho a las 17:25
Etiquetas: gritos en el desierto