He soñado que me robaban el coche. Para solucionarlo, le encargaba a un chino 500 muñecos de navidad tamaño pingüino gigante. Tras un duro regateo, el chino accedió a bajar el precio, pero a cambio de sustituir la nariz y la boca del muñeco por un tapón de coca-cola y una patata frita.
Desperté con una gran carcajada. Lo cual es muy extraño porque hace tiempo que no me río.
Pensé en despertar a P y contarle el chiste del chino, pero dí media vuelta y seguí durmiendo. Creo que fue una buena elección.
miércoles, febrero 27, 2008
Publicado por Poncho a las 11:00
Etiquetas: gritos en el desierto
jueves, febrero 14, 2008
Why shut down when you can shoot down
Publicado por Poncho a las 20:18
Etiquetas: sombras en el espejo
Hay furgonetas con los cristales tintados, cuyos ocupantes, mientras esperan en los semáforos, amenazan a los transeuntes. Son los mismos, lo sabe todo el mundo, que venden globos en las ferias y secuestran a niños, pero aparentemente no le importa a nadie. Nada más que cuando una de su fechorías es demasiado evidente, nos rasgamos las vestiduras y los juzgamos en público. Pero eso sólo sucede muy de cuando en cuando. Mientras tanto, siguen recorriendo despacio las calles vacías de las urbanizaciones, en las afueras de las ciudades, buscando una presa con la que seguir saciando el ansia del motor que les mueve.
Publicado por Poncho a las 14:18
Etiquetas: gritos en el desierto, imágenes perturbadoras
martes, febrero 12, 2008
Un ruso borracho bebe de la botella, mientras grita al cielo insultos incomprensibles. Sus ojos, hielos perdidos, me recuerdan en lo que se está convirtiendo mi mundo. La calle, otrora tranquila, es ahora territorio hostil. Padres divorciados hipotecan su domingo paseando a sus hijos tristes. Ahogan el aburrimiento con comida basura y hacen cola junto a parejas de yonquis en pleno viaje. Sus ojos en blanco se cierran, a la vez que tratan de mantener un discusión. Yo me pregunto si no será esa la solución, si no tendrán ellos razón mientras nosotros nos empeñamos en librar una batalla perdida de antemano.
Un pequeño autobús recorre la avenida, sus ocupantes son retrasados mentales mayores de veinte años. Sus ojos parecen mirar en varias direcciones simultáneamente, como si no entendieran lo que ven, o quizás es que lo entienden demasiado bien. Uno de ellos tiene una hoja de papel arrugada metida en la boca. Sobresale como un clavel que hubiese reventado bajo la presión de sus dientes. Sus compañeros se la han metido para dejar de oírle.
Publicado por Poncho a las 15:21
Etiquetas: gritos en el desierto
domingo, febrero 10, 2008
Alcohol en un pequeño vaso es la lente adecuada para ver el mundo desde la bola del hamster. Camina hacia delante. No pienses. Pensar sólo serviría para hundirte en el alquitrán, junto a los huesos de dinosaurio, antes de tiempo. Gasta, gana, gasta, gasta, pide, gasta. Necesito. Lo necesito. Más. Otra vez. Te lo contaré con detalles. Y tu, ¿qué tal? (quiero decir, cuánto).
Putos desgraciados. Si no fuera porque os odio, me daríais pena.
Publicado por Poncho a las 00:55
Etiquetas: gritos en el desierto