Hoy es viernes, y como casi todos los viernes, mi compañero de trabajo y yo hemos ido a darnos un pequeño homenaje (hoy ha tocado Rioja) a la cafetería que hay debajo de nuestra oficina. Casi a la vez que nosotros, ha llegado un chico joven (veintipocos) muy a la moda, con pantalones de culo bajo, jersey de marca y piercings varios, además usaba pelo grasiento y un problema de acné bastante aparente. Pidió un zumo de naranja, un pincho de pollo y un café con leche, lo cual no está mal para desayunar a las 12:00, cosas de la edad, supongo. La cuestión es que ha desplegado un arsenal de malos modales que me ha impedido quitarle el ojo de encima durante todo el rato (Creo que ha pensado que quería ligar con él. Y no le ha parecido mal ?!?!). Estaba sentado en el taburete leyendo el Marca mientras le servían su desayuno. La primera perla ha sido ponerse de pie para, sin manos, sorber el zumo de naranja directamente del vaso rebosante (se notaba que ya lo había hecho otras veces). Después atacó el bocadillo de pollo, por supuesto, con mahonesa. ¿Alguien adivina dónde acabó la mayor parte de la salsa? Si, en la comisura de sus labios. ¿Se la limpió? No, al menos no con una servilleta. En su lugar agarró la taza de café (eso si, con el meñique estirado) y acercándola a sus labios realizó la conocida operación conocida como soplar-sorber. Por supuesto la cucharilla estaba dentro de la taza.
Se que seguramente esto no es para tanto, pero cada vez me molestan más cosas de los demás. Aunque analizando este sucedido, he llegado a la conclusión de que no se si lo que me ofende son los modales de este individuo o que sea capaz de comportarse en público tal como lo haría en la intimidad de su casa.
Al final va a ser que soy un reprimido, cosa que por otra parte no me sorprende demasiado, aunque eso será el tema de otro post (probablemente).
viernes, abril 25, 2003
Publicado por Poncho a las 13:34