jueves, septiembre 30, 2004

Para tratar de animarme un poco, mi amiga A (mi compañera de salidas metrosexuales por Madrid), decidió sacarme a tomar unas cañas y comer algo. La verdad es que me vino de maravilla. Gracias A :)
La última vez que P estuvo en Madrid, descubrió un interesante local en Jorge Juan 52, que ayer A y yo fuimos a explorar.
Se trata de un sushi bar llamado "JJ52 Shuzo". Es un local realmente pequeño, alargado y con una barra que ocupa la mayor parte del espacio. Tras ella hay un amable japonés que te recibe con una sonrisa y una exquisita educación. La música es muy agradable y el ambiente del local es tranquilo y relajante. La especialidad del local (y me temo que único plato) es un combinado de sushi que incluye una rica ensalada verde con salsa de soja y nueve rollitos de arroz que el dueño del local (Shuzo?) prepara laboriosamente ante tus ojos.
El plato está realmente bueno, y por 5,50 euros (bebida incluida) me parece una oferta de las que no se puede rechazar. Así que si estás por la zona y te apetece un rico aperitivo oriental, no lo dudes y visita JJ52, le doy una nota máxima en la escala de Poncho.

martes, septiembre 28, 2004

Estoy pasandolo realmente mal.
Sólo recuerdo una vez en que me encontraba tan desanimado y desmoralizado. Aquella ocasión estuvo provocada por una depresión durante la universidad, y me costó años recuperarme.
Si me dejase llevar estaría llorando continuamente, pero como se que eso no va a solucionar nada trato de aguantar, aunque creo que lo único que consigo con eso es aumentar mi angustia vital.

He encontrado cierto alivio en un ejercicio mental que leí en una página web sobre métodos mnemónicos. Se trata del palacio de la mente. Este palacio es una casa imaginaria que uno construye en su memoria tratando de recrear los más pequeños detalles. Una vez "construida", la casa está lista para ser habitada y decorada. La finalidad de este ejercicio es obtener un recinto que pueda ser asociado con experiencias o datos dignos de ser recordados.
Mi casa mental, de momento, es pequeña y clásica. Tiene una decoración espartana, pero en el vestíbulo posee una hermosa escalera que conduce al segundo piso. Debajo de esa escalera, hay un hueco oculto, con una puerta disimulada que imita las molduras de madera blanca de la escalera. En su interior he encerrado a la parte de mi que más se ve afectada por los problemas y preocupaciones. De esa forma, la persona que ahora está sufriendo, no soy yo completamente, sino sólo una parte que no me importa demasiado.
Lo malo es que cada vez que entro en la casa, oigo los golpes que da mi otro yo rogando desesperadamente que lo saque de su encierro.

domingo, septiembre 26, 2004

Llevo dos semanas pasándolo realmente mal por culpa del trabajo, y todavía me queda por lo menos otra semana de sufrimiento. Trato de separar vida y trabajo, pero es difícil cuando la mayor parte del día está dedicada a resolver problemas que continuan acosándome por la noche. He discutido con compañeros que me han echado en cara cosas que yo desconocía de mi mismo. Es terrible cuando te das cuenta de que los demás te ven de una forma que tu ni siquiera sospechabas.
Estoy triste y deprimido.
Trato de no mostrarlo, pero se que acabaré explotando.

lunes, septiembre 20, 2004

Reconozco que estaba preocupado. Me preocupaba que un libro titulado con una figura poética, de un autor poco conocido y por si fuera poco español, se haya convertido en el éxito editorial del año. Traducido a decenas de idiomas y vendido por cientos de miles, "La sombra del viento" de Carlos Ruíz Zafón se ha extendido desde los escaparates a los transportes públicos y playas, haciéndo imposible durante este verano, el salir a la calle y no ver a alguien en posesión de un ejemplar.
Me preocupaba porque en realidad no sabía cuál era la temática del libro. Por algún prejuicio estúpido, suponía que sería una especie de ensayo medianamente poético acerca de la levedad (insoportable) del ser. Y me parecía aterrador que toda esa gente, muchos de los cuales jamás leen, estuviese enganchada a un libro así.
La mayor parte de la gente opina que es un libro maravilloso y que es de lo mejor que han leido en años (algunos de ellos en decadas).
Decidí que tenía que leer ese libro. A esa decisión contribuyó la opinión de mi amigo R, quien tiene una facilidad pasmosa para llevar la contraria a la opinión general. R opina que el libro es poco más que una basura y que lo podría haber escrito él mismo.

Así que lo he leido, y me he quedado muy tranquilo. El libro cuenta una historia atractiva y que mantiene el interés bastante bien, al menos, a mi me lo mantuvo hasta que entendí cuál era el propósito de esa novela.
El autor, seguro que inconscientemente, ha escrito un libro para gente que nunca lee. Para ello ha utilizado recursos que le permiten introducir escenas de acción y sexo, junto a bombas lacrimógenas en forma de capítulo de folletín. Porque eso es lo que es esta novela: un folletín a la antigua usanza, una historia de amor imposible. Una radionovela escrita sobre papel: Supuestos muertos que resucitan, hermanos perdidos y reencontrados, maldad extrema y sobre todo ello, un canto a la amistad que al fin y al cabo es una forma de amor.

Me ha gustado. Pero no es el libro de mi vida. Es cursi por momentos y lo he encontrado demasiado largo en algunos pasajes, pero claro, una propiedad de los folletines es la cursilería y la excesiva longitud.

En fin, se puede leer, pero no estoy seguro de que lea los siguientes, ya que el autor amenaza con una trilogía ambientada en los mismos escenarios y con algunos personajes comunes.

viernes, septiembre 17, 2004

¡Va a ser niño!

(o eso nos ha dicho el médico)

martes, septiembre 14, 2004

He tenido una conversación con mi jefe.
Me ha llamado para interesarse por cómo me van las cosas (sabe que tengo más trabajo del que puedo manejar) y de paso darme otra tarea explicándome que no queda otro remedio, que tendré que hacerlo como pueda.
Ya me lo esperaba, pues desde hace tiempo, su trabajo ha pasado de "asignar tareas" a "repartir marrones". Lo que me ha inquietado ha sido la parte final de la conversación.
-¿Cuándo vas a pasar por Madrid? -me preguntó.
-Eeeeer, seguramente tendré que ir la semana que viene para el cliente X.
-Bien, entonces recuerda pasar por aquí, porque tengo algo para ti.
-Pero ¿qué es? -Dije pensando en la carta de despido, una multa...
-Un regalo. Te gustará.
-Aaaaah, bien, gracias.

Me ha inquietado mucho más que si me hubiese dicho el temido "tenemos que hablar". La verdad es que me ha intrigado. He estado pensando en qué puede ser, y lo único que se me ocurre es una solemne tontería con la que no voy a saber disimular mi cara de culo. En fin.

Temo a los griegos aun cuando ofrecen regalos.

P y p se llaman igual. Tienen el mismo nombre por mi culpa. Durante el embarazo, una vez que supimos que iba a ser una niña, decidimos que el nombre de nuestra hija sería C. Un nombre con mucho significado en el lugar donde vivo. La verdad es que a mi me parecía bien. P y yo estábamos de acuerdo, aunque había parte de la familia a la que no gustaba demasiado.
Estaba decidido. Sería C.
La cuestión es que en la sala de partos, un segundo después de que naciera la niña, vi su carita y aquellos enormes ojos que me miraban con curiosidad. La enfermera preguntó -¿Cómo se llama?
Yo me quedé como helado durante cinco segundos. No, la verdad es que no tenía cara de llamarse C.
-Se llama p. -Dije con voz firme.
-P estaba demasiado agotada para protestar, pero creo que aunque hubiese podido no lo hubiera hecho. Se que en el fondo, está orgullosa de que nuestra hija se llame igual que ella.

Hace unos días, P y yo tuvimos la charla de los nombres. Como todavía no sabemos el sexo de nuestro futuro bebé, hicimos una lista mixta. Decidimos que para niña nos gusta A y para niño J, aunque P está empeñada en que si es niño se llame igual que yo, cosa a la que me niego.
Eso sí, dije que me parecía absurdo ponerle el nombre sin conocer su cara. P me dijo que como se me ocurriera otra vez cambiarle el nombre mientras ella estaba fuera de combate me iba a acordar...
En España el nombre no se hace oficial hasta que inscribes al bebé en el registro civil, y como eso debe hacerse dentro de un corto plazo de tiempo, en el que la madre suele estar bastante pachucha, esa responsabilidad casi siempre cae sobre el padre. Ahora que lo escribo, me pregunto ¿qué pasaría si no inscribes al niño en el plazo estipulado? ¿no te lo puedes quedar? ¿lo devuelves a la tienda...?
Así que quién sabe, puede que tenga un arrepentimiento de última hora.

Una vez me contaron la historia de un hombre al que no convencía el nombre que habían escogido para su hijo. Este hombre inscribió al niño en el registro con otro nombre más de su agrado. En su casa nadie se enteró, y el niño creció con el nombre que habían elegido en primer lugar. Hasta que hubo que hacer trámites para matricular al niño en el colegio y la madre se enteró que su hijo se llamaba de otra forma.
Curioso.
Qué habrá sido de aquél padre.

domingo, septiembre 12, 2004

Ha sido un extraño aniversario de boda. Lo hemos celebrado hoy (en realidad ayer sábado), aunque el día oficial pasó hace unos días.
Por la mañana asistimos al bautizo del hijo de mi prima D. Mis primas, D y M,en realidad no son primas mías sino de mi madre, pero siempre las he considerado familia muy cercana, de hecho son personas a las que quiero y aprecio mucho. Aunque siento no decir lo mismo de algunos de sus novios/maridos y del resto de la familia de mi madre.
p se portó de maravilla, estuvo muy interesada por toda la liturgia, sobre todo en la parte del agua sobre la cabeza del bebé y creo que ha aparecido en todas las fotos.
P y yo, haciendo gala de la insociabilidad que me atribuye esta rama de la familia, desaparecimos rápidamente tras la ceremonia para disfrutar del resto del día juntos (p se quedó con su abuela). Dentro de unos días será el cumpleaños de P, así que aprovechamos para ir a comprar uno de sus regalos: una cafetera express con dispositivo para capuchinos. Ya no tengo excusa para no tomar café por las mañanas
Por la noche fuimos a cenar a uno de nuestros sitios favoritos y he pagado la cena más cara de toda mi vida. Espero que el año que viene pueda pagar una todavía más cara. Aunque tal como está el trabajo, no se, no se...
En el trabajo, estoy pasando también una época extraña. Hay crisis en el sector, pero tengo más trabajo que nunca. A ello influye el que S, mi compañero (y pese a ello, uno de mis mejores amigos), se haya casado hace unos días y haya enlazado su permiso por boda con su mes de vacaciones, con lo que estaré sin verle hasta mediados de octubre. En el trabajo solemos apoyarnos mutuamente en los momentos difíciles y desde que se ha ido, parece que todo va de mal en peor. Le echo de menos!!
El trabajo influye en mi vida, pero trato de evitarlo. Realmente, los problemas laborales han influido siempre en mi vida. Han definido mi estado de ánimo y han llegado a provocarme auténticos problemas. Ahora me gusta creer que he madurado y que sé separar mi vida profesional de la personal. Puede que no lo consiga siempre, pero lo intentó, así que todos los días, cuando termino mi jornada laboral, trato de no pensar en ella hasta el día siguiente, y haciendo eso, los fines de semana son maravillosos.
Ya cinco años, eso deben ser las bodas de cartón, o algo así. Ya hace cinco años que estamos casados, y han pasado en un suspiro. P y yo hemos hablado durante la cena como hacía mucho tiempo que no lo hacíamos, e inevitablemente, hemos hablado de otro aniversario bastante más luctuoso. ¿Dónde estabais vosotros el 11/09/2001? Nosotros estábamos camino de Turquía, con una extraña sensación a caballo entre el miedo y la incredulidad. No creo que olvide nunca aquel día.

viernes, septiembre 03, 2004

Planteemos un pequeño juego.
Supongamos que tenemos cinco bolas numeradas del 1 al 5 metidas dentro de una caja. Saquemos las bolas una por una, al azar y vayamos apuntando los números que salen. Obtendremos algo como:

4 2 3 5 1

Observemos la secuencia y fijémonos en si hemos sacado algún número en su posición natural. Si algún número de la secuencia está en su posición natural, diremos que es una secuencia válida.
En el ejemplo, vemos que el 2 y el 3 están en sus posiciones correctas por tanto, sería una secuencia válida.
Preguntémonos, cuántas secuencias válidas existen para N elementos. Es un problema de permutaciones. Como mi combinatoria está bastante oxidada y en cambio tengo bastante reciente el Perl, he hecho un pequeño script (con la ayuda del capítulo 4 apartado 19 del O'Reilly Perl Cookbook) que realiza el cálculo.
Antes de poner el script quiero comentar que ignoraré vilmente cualquier comentario que se refiera a la eficiencia y/o diseño del programa, ya que aunque en otros tiempos me hubiesen interesado sobremanera, estoy en una fase de mi vida en la que la eficiencia me da absolutamente igual...

#!/usr/bin/perl
for($i=1;$i<=$ARGV[0];$i++){ push @d,$i;}
$oks=0;$perms=0;
permute([@d],[]);
print "-------------\n";print $oks,"/",$perms,":",$oks*100/$perms,"%\n";
sub permute { my @items = @{ $_[0] }; my @perms = @{ $_[1] }; unless (@items) { print "@perms"; $perms++; if (ok(@perms)){ print " *"; $oks++; } print "\n"; } else { my(@newitems,@newperms,$i); foreach $i (0 .. $#items) { @newitems = @items; @newperms = @perms; unshift(@newperms, splice(@newitems, $i, 1)); permute([@newitems], [@newperms]); } }}
sub ok{ $cont=1; foreach (@_) { if ($cont==$_){ return 1; } $cont++; } return 0;}

Dios mio, parece del concurso de código ofuscado. Parece que al editor de blogger no le gustan los tabuladores. Da igual...
Lo hacemos funcionar:

$ ./permuta.pl 3
3 2 1 *
2 3 1
3 1 2
1 3 2 *
2 1 3 *
1 2 3 *
-------------
4/6:66.6666666666667%

Otra vez:

$ ./permuta.pl 5
5 4 3 2 1 *
4 5 3 2 1 *
5 3 4 2 1
3 5 4 2 1

(...Ñam...)

3 2 1 4 5 *
2 3 1 4 5 *
3 1 2 4 5 *
1 3 2 4 5 *
2 1 3 4 5 *
1 2 3 4 5 *
-------------
76/120:63.3333333333333%

Si lo ejecutamos para 6, 7, 8, etc, obtendremos:

6 455/720:63.1944444444444%
7 3186/5040:63.2142857142857%
8 25487/40320:63.2118055555556%
9 229384/362880:63.2120811287478%
10 2293839/3628800:63.2120535714286%

El PC en el que lo estoy ejecutando lleva más de una hora para realizar el cálculo cuando N=15, pero parece que la serie converge en algún punto cercano al 63%

Seguramente alguno de los lectores será un gurú de la combinatoria y podrá explicarme la forma elegante de realizar este cálculo y yo se lo agradeceré regalándole una de mis cuentas en gmail ;)

Una vez visto esto. Pensemos en un caso partícular:
Cuando N=30 y en vez de bolas utilizamos muestras de ADN recogidas en un accidente aereo y una vez hecho el experimento no conseguimos una secuencia válida.
Pueden haber sucedido dos cosas:
a) Los investigadores son unos auténticos ineptos.
b) No se ha hecho ningún análisis y han tenido mala suerte, ya que la probabilidad de acertar en al menos una de las muestras estaba a su favor.

Yo me inclino por la segunda posibilidad. Y he soltado todo este rollo para tratar de olvidar las palabras de una de las viudas que contaba no saber cómo explicarle a su hijo por qué no pueden enviar otro avión para recoger a su padre...
No somos nada...

jueves, septiembre 02, 2004

Cuando lees de forma asidua un blog, puedes llegar a conocer bastante bien al personaje que lo escribe. Fijaros que digo personaje y no persona, ya que lo que aparece en el blog es estrictamente lo que esa persona quiere que sepamos de ella. Nadie nos asegura que lo que estamos leyendo sea real, por lo tanto, creo que la forma más sana de entrar en el blogworld es asumir que todos sus habitantes son personajes. Algunos serán más de ficción que otros, pero qué más da. En realidad, en la vida real, todos somos personajes de nosotros mismos. Pocos somos como realmente nos gustaría ser.
De mis personajes favoritos, el que más me gustaría ser es el de Juan Diego de El tatuaje falso
es el único al que envidio la gran mayoría de sus posts. Me enrabieta que no se me hayan ocurrido a mi antes. Me encantaría conocerle porque estoy seguro de que nos divertiríamos hablando y compartiendo nuestros puntos de vista de un montón de experiencias que he descubierto (a través de su blog) que tenemos en común.

En su post del 30 de agosto, Juan Diego recuerda los programas de televisión que veía a través de la parabólica en casa de sus padres. Mientras lo leía me he visto a mi mismo, con quince años viendo aquellos canales que parecían hipersofisticados comparados con las dos tristes cadenas que había en España en aquella época.
Veía la MTV. Era la época de Beavis & Butthead, el Sledgehammer de Peter Gabriel, Luca de Suzanne Vega y el Sign O' the Times de Prince cuando todavía se llamaba así.
También veíamos esa gran emisora que tanto ha hecho para extender el castellano por el mundo: Galavisión. Emitía programas que parecían hechos hacía veinte años. Hoy, casi veinte años después, los programas de Galavisión siguen pareciendo haber sido hechos hace cuarenta años.
Había un canal francés TV5, en el que jamás conseguí ver nada durante más de cinco minutos seguidos, aparte de un concurso surrealista en el que un equipo de atléticos participantes recorría un castillo poblado por enanos mientras intentaban superar pruebas que les llevarían a encontrar un tesoro.
Hablando de surrealismo, no me puedo olvidar del canal RTL. Una emisora privada alemana que de vez en cuando ponía películas de Russ Meyer. El argumento de sus películas es... mujeres de enormes pechos y... mujeres de pechos enormes. Es decir, todo lo que un adolescente busca en una película.



Aunque lo mejor de aquel canal era un concurso llamado Tutti Frutti en el que un hombre y una mujer acumulaban puntos de acuerdo a unas reglas inexplicables en busca de un premio que nunca conseguí conocer. La cuestión es que daba igual cuál fuese el juego: ruleta, dados, cartas... siempre terminaba con algún concursante o una de las azafatas del programa, las chicas cin-cin (chin-chin en español) desnudándose. Era divertidísimo, porque las azafatas estaban muy buenas y en España descubrimos que Alemania no nos llevaba demasiado adelanto en el tema ropa interior.
Algunas de las chicas eran conocidas como eurogirls, representaban a un país de la Europa de entonces y tenían valor (en puntos) especial. Ahora que lo pienso, es probable que mi desconocimiento de la mecánica del concurso tuviese que ver con que mi atención estaba ocupada en otras partes de la pantalla.


Algunas de las chicas chin-chin


Aunque mi favorita era Amy


Evidentemente!

La pena es que Amy se hizo tan popular, que pronto la ascendieron a copresentadora y dejó de despelotarse, pero yo seguía vitoreándola fielmente cada vez que cantaba la puntuación de los concursantes.

Por qué será que no me sorprendí cuando me enteré de que el concurso era un invento italiano. Tampoco me impresionó demasiado cuando, durante la primera época de Tele 5, se hizo la versión española, con el ingenioso título de "Ay, qué calor!" y presentada por Jesús Cantero y Eva Pedraza. Mis amigos alucinaban con tantos centímetros cuadrados de piel por pantalla, pero yo ya estaba inmunizado y seguí prefiriendo la versión en alemán.
Qué se le va a hacer, siempre he sido bastante snob.