lunes, junio 26, 2006

En todas las familias hay una lenteja blanca.

De una conversación oída por casualidad en un restaurante de cocidos maragatos.

lunes, junio 19, 2006

Que pena. Lo que hubiese disfrutado Joaquín Luqui el concierto aniversario de Los Cuarenta. Les juro que por un momento pensé que lo había visto en la primera fila, pero la realización no volvió, o no se atrevió a enfocarle.
Los Cuarenta Principales tienen asociada una leyenda negra (seguramente no tan leyenda) de extorsión y chantaje bajo la frase "si no pagas no quedas entre los tres primeros", pero inevitablemente sus números uno han acompañado a un par de generaciones de adolescentes.

Bien construido el concierto. Bien seleccionadas las canciones y bien hechos los emparejamientos, la mayoría de "artista nuevo/vieja gloria". Y es que algunas de esas glorias están realmente viejas, pues se pudo apreciar una clara Karinización de muchos de ellos. Así sin pensarlo demasiado recuerdo especialmente pasados a: Cardalda de Complices, Ojeda de Danza Invisible y Fafa de La Unión. Otros estuvieron simplemente en su línea: Miguel Bosé, que hay que reconocerle que al final ha aprendido a cantar, Rosario, que no canta ni falta que le hace y Miguel -lifting- Rios y su inseparable discursito

Algunos momentos cumbre:
-Loquillo cantando con Pereza. Con el grupo, vaya, que el Loco sigue teniendo en el escenario el poderío de cuando era veinteañero. Además le puso bastante emoción al asunto ya que daba la impresión de que si tropezaba y caía sobre uno de los Pereza podría haber una desgracia.
-La reunión de Nacha Pop. Con un Antonio Vega cuya edad efectiva triplica su edad real y que hizo un esfuerzo titánico por no decirle a su primo que por una vez se estuviese quieto. Nacho, por supuesto, disfrutó la actuación y hubiese jurado que si fuese por él hubiese seguido sobre el escenario.
-Miguel Bosé parando su canción y diciéndole al público que se anime, que todavía queda mucho concierto.
-La enésima reencarnación de el alma pater de esta página, Santiago Auserón y su hermano tocando el superclásico "Escuela de Calro" junto a Ariel Rot que era el único en todo el estadio que no se sabía la letra.
-El hiperglucémico final del "Corazón Partío" en el que el señor Sanz estuvo acompañado de los participantes más blanditos. Nostalgico que soy, quiero pensar que los demás estaban en el bar bebiendo whisky y criticando a los del escenario.

sábado, junio 03, 2006

Tenía once años la primera vez que lloré al leer un libro. Mi padre celebró el acontecimiento ante familiares y amigos, pues para él era la confirmación de que el veneno de la literatura me había cobrado como víctima. "Eso quiere decir que lo ha entendido", dijo entonces y siguió diciéndo años después, pues frecuentemente recordaba tan trascendental acontecimiento.
Aquel libro fue el primero de muchos, pues durante mis lecturas he llorado por multitud de motivos. He llorado de pena y alegría por los personajes de la historia. Por rabia e injusticia. Por vergüenza y desesperación. He llorado por terminar el libro y por no poder terminarlo. También he llorado por no haber escrito yo lo que leía, e incluso alguna vez he llorado al leer mis propias palabras.
Si el objetivo del arte es transmitir emociones, entonces las lágrimas son el fruto destilado de una obra. No me avergüenzo de mis lágrimas, es más, de muchas de ellas estoy orgulloso.