Es que uno ya no tiene edad...
Todavía estoy recuperándome de la noche de excesos del sábado. P y yo salimos a cenar y a tomar unas copas, lo pasamos muy bien y llegamos a casa a altas horas, muy contentos y con las obvias consecuencias.
Resultado: pocas horas de sueño y unos cuantos miles de neuronas perdidos gracias al Gin Tonic y el vino del Bierzo.
Ayer fue un día extraño: Preparé mi maleta entre temblores y dolor de cabeza, y casi consigo dormir en el avión.
Ahora estoy en Madrid, y voy recordando poco a poco porque me alegra tanto no vivir aquí.
Me queda una semana sobreviviendo a base de comida china.
Quién sabe, puede que tenga tiempo para hacer unas cuantas cosas que siempre tengo pendientes...
lunes, enero 12, 2004
Publicado por Poncho a las 12:58