sábado, septiembre 24, 2005

Cuando tu nombre se convierte en un adjetivo de uso universal para definir algo relacionado con tu trabajo, es que lo has hecho muy bien. Así tenemos bellezas picassianas, personajes shakesperianos y connotaciones mozartianas (por ejemplo). Cuando tu nombre, se convierte en el identificador de una tendencia o corriente, es que lo has hecho de maravilla, o que eres un líder comunista (Marxismo, Leninismo, Maoismo).
Hoy ponen en TV, una de las películas que mejor representan la corriente cinematográfica española de los años setenta denominada Landismo. Si, Alfredo Landa, ese gran actor que pasará a la historia por películas que desmerecen su talento (Ningún actor está libre de esto, ni siquiera Robert de Niro). Hoy ponen una de ellas, decía. Se trata de "Vente a Alemania, Pepe", una película que deberían pasar con más frecuencia y ser de obligada visión en escuelas, empresas y centros de acogida de inmigrantes. Porque, en clave de humor, esa película nos recuerda que no hace tanto, España era un país de emigrantes, que se iban a buscar la vida por Europa y no recibían demasiado buen trato. Más o menos como el que les damos ahora nuestros inmigrantes. Qué rápido se olvida el pasado. Somos unos relativos-nuevos-ricos de la peor especie.
Que entrañable ese Pepe, que se pluriemplea en fábricas y empresas de limpieza para poder ganar lo suficiente para comprarse un Mercedes y volver a España por todo lo alto. Ese españolito bajo y peludo que utilizan unos grandes almacenes como reclamo y que es incapaz de aprender alemán, pero consigue que sus compañeros chapurreen español. Que le puede la nostalgia y se va a ahogarla a un bar español con tortilla de patata y vino tinto, que va a buscar una alemana "de esas tan lanzadas" y se echa una novia española.
Si es que nos rascas un poco la pintura y todos somos un poco Landa.