La música sirve de acompañamiento a la mayor parte de las actividades y obras humanas. Esto es cierto hasta el punto de que, de forma general, pocas veces se escucha música por el mero placer de escucharla. Salvo en ocasiones especiales como los conciertos, la música es el telón de fondo, muchas veces indispensable, de algún otro elemento. Muchos caminamos por la calle con música portátil, una parte fundamental de toda película es la música. Hay música en los ascensores, aeropuertos, teléfonos, transportes públicos...
La música está en nuestra vida, y la mayor parte de las veces sólo la oímos, no la escuchamos.
Que la música sirva de acompañamiento no es malo. Todo lo contrario. Lo que ocurre es que ese papel de acompañamiento está tan asumido, que muchas veces, se selecciona mal. Y es que encontrar la música adecuada para cada ocasión no es algo trivial. Tenemos la más extensa variedad de ritmos y estilos para elegir, y dicha elección requiere un mínimo de sensibilidad y conocimiento.
Como hoy me siento extrañamente optimista, no hablaré de las malas combinaciones, sino de las que me agradan. Evidentemente, lo que sigue es completamente parcial y personal y está expuesto a toda crítica de cualquier otra persona, ya que lo que a unos nos parecen sonidos celestiales, para otros puede ser música de barraca de feria. Por ejemplo, para una parte importante de la población mundial, uno de los eventos más hermosos y cooldel año es el concierto de año nuevo de la Musikverein de Viena, y yo, no soporto a Johann Strauss (padre e hijo), otro ejemplo es que durante los años ochenta, gracias a una película espantosa, la música favorita para hacer el amor era el Bolero de Ravel, cosa que siempre me pareció el colmo del horterismo.
Algunos de los siguientes cocktails me acompañan desde hace años, otros los he descubierto hace poco. Seguramente dentro de un año esta lista cambiaría. Pero hoy es así:
Hay un aspecto de la cultura occidental moderna, donde se lleva al extremo el asunto de la música como acompañamiento: Los videoclips.
Las casas de discos se dieron cuenta de que para vender una canción, no hacía falta que ésta fuese buena, sino que tuviese un envoltorio bonito. Así que se inventaron los videos musicales o videoclips. Tuvieron mucho éxito. Tanto, que en ocasiones los videos han llegado a ser más importantes que la propia canción (Thriller es una buena canción, pero quien puede pensar en ella sin acordarse del video). Por otra parte, es difícil encontrar una serie de televisión de prime time que no contenga incrustado en mitad del capítulo un par de minutos de videoclip.
Desgraciadamente (y es sólo un reflejo del resto de la cultura), la mayor parte de los videos (y sus canciones), son totalmente olvidables. Pero de vez en cuando hay una combinación genial que queda para la posteridad. En mi opinión, sin ninguna duda, una de las combinaciones de música e imagen más afortunadas de la historia es el videoclip "Wicked Heart" de Chris Isaak. Una bellísima fotografía en blanco y negro, una playa paradisíaca, la voz lamentosa de Isaak y la increible mirada de Helen Christensen hacen que este videoclip sea una maravillosa obra de arte.