miércoles, mayo 11, 2005

Cansado. Desanimado y triste.
Por haberme dado cuenta de que no me gusta mi trabajo. Y no me refiero a que cobre poco ni a que esté descontento en la empresa. No. Es algo más preocupante. Algo que no se arreglará aunque cambie de trabajo.
Resulta frustrante comprobar que aquello para lo que has estudiado, el tipo de trabajo que te ilusionaba y te animaba a terminar una carrera que hacía tiempo que había dejado de gustarte, no está hecho para ti. Lo peor de todo es que lo malo no es el contenido, sino la forma. Odio tener que poner buena cara y dar la razón cuando no la tienen. Sonreir y tratar de ser amigable con personas que no soporto. Mentir y hacer ver que lo tienes todo muy claro cuando no tienes ni idea de qué estás haciendo. Estoy cansado de hacer mi papel, cuando se que todos los demás están haciendo el suyo.
¿Qué es lo que quieres recordar cuando te estés muriendo?
Desde luego, no me gustaría recordar que una buena parte de mi vida fue una mentira, promocionada, alentada y construida por un sistema económico (supongo) que busca desesperadamente el beneficio rápido, aun a sabiendas de que a la larga no se sostendrá. Me gustaría recordar otras partes de mi vida, que no tienen que ver con el trabajo. Se que hay gente que consigue separar esas dos vidas, pero yo sigo soñando con plazos de entrega y con problemas imprevistos.
¿Qué te gustaría hacer?
Me gusta escribir. Me gusta contar historias. Me gusta que me escuchen.
Salida dice que hay guionistas que ganan una pasta, pero me temo que ese mundo sería las brasas de mi sartén. Además, tengo una vida demasiado ordenada para ser guionista (siempre me imagino como un personaje de Charlie Kauffman)

¿Astenia primaveral? Seguramente