jueves, febrero 02, 2006

Es sorprendente la capacidad de adaptación que tenemos. Cómo podemos acostumbrarnos a situaciones nuevas aun sin ser conscientes de ello o siquiera desearlo. En los últimos días, hemos empezado a ver fallos en nuestra casa. Un lugar que nos ha encantado desde el primer día. Un hogar en el que hemos sido felices. Lo que antes eran pequeños inconvenientes, ahora son defectos imperdonables: una puerta que arrastra, un vecino ruidoso, una ventana que no cierra bien...
Las cosas que ayer no nos importaban, hoy nos irritan y las quitamos de en medio con un "da igual, enseguida nos vamos a ir"
¿Funcionará la adaptación en el otro sentido?
¿Estaremos ciegos a los defectos de la nueva casa?
¿Seguiremos siendo felices?