lunes, noviembre 17, 2003

El post de Olavia Kite del 15 de noviembre me ha recordado otro de mis amores de adolescencia: La amiga japonesa de Karate Kid II.
Tal vez algún día me autopsicoanalice y descubra de donde viene mi debilidad por todo lo oriental.
La cuestión es que después de ver la película, que por cierto carecía de todos los valores morales que apuntaba la primera (yuck!), me quedé prendado de aquella chica. En los títulos de crédito vi su nombre: Tamlyn Tomita, y lo apunté en un pedazo de papel, supongo que pensaba que debía seguirle la pista y conocerla en el futuro cuando fuese poderoso y popular...
Guardé aquel pedazo de papel durante años. Cada vez que veía una película en la que salian japoneses esperaba que estuviera ella, pero nunca fue así. Poco a poco la fui olvidando. Hasta que hace un tiempo, haciendo limpieza en los cajones de mi antigua habitación en casa de mis padres, apareció aquel trozo de papel (por cierto, era un recibo de un paquete postal), en aquella época, Internet ya era algo habitual, y gracias a la Internet Movie Database descubrí que Karate Kid II había sido su primer papel, al que siguieron un puñado de teleseries y filmes para televisión con diferentes grados de casposidad. Descubrí que incluso había visto algunas de esas películas, pero no la había identificado como aquella belleza de Okinawa.
En fin, otro mito para el recuerdo.