domingo, enero 30, 2005

Leo el periódico todos los días, aunque reconozco que no siempre lo compro. Casi siempre El País, aunque no le hago ascos a otros. Aprovecho la hora del desayuno o del pincho en la cafetería, así que es una lectura rápida, pero si veo algo que me interesa especialmente no dudo en acercarme al kiosco para comprar el periódico y leerlo con tranquilidad.
Los fines de semana es otra historia. Casi todos los sábados y sin falta los domingos, compro El País. Estoy enganchado al suplemento de literatura (Babelia) de los sábados y a los artículos de fondo y las columnas de opinión de los domingos. Además, a P le encanta el suplemento dominical.
Así que previendo que hoy habría mucha demanda (porque regalan una película, y ya se sabe, cuando en este país regalan algo se toma aunque no se sepa para que...) bajé más temprano de lo habitual a comprarlo. Tengo que reconocer que no madrugo demasiado los domingos, así que para lo que hago normalmente, pensaba que las 11:00 sería una hora muy decente para ir a comprar el periódico.
Error.
No quedaba. En ninguno de los tres kioscos que controlo cerca de mi casa.
Muy cabreado, y sin resignarme a quedar sin el periódico, tiré de mi contacto kiosquero, mi tía, desde hace un par de años, trabaja en un kiosco, (pensar lo bien que me habría venido tener una tía kiosquera a los diez años...), por supuesto me lo consiguió, aunque aprovechó para reñirme por no ir nunca a verla y por no haberselo encargado. La verdad es que me conoce muy bien, y sabe que Casablanca es mi película favorita, así que sin que nadie le dijera nada, había apartado un ejemplar del periódico para mi. También me confesó que hoy, El Pais, ni siquiera lo habían puesto a la venta: "sólo encargos y clientes VIP".
Eso si que es una tía buena.
No pensaba postear algo tan mundano. Ultimamente me siento asquerosamente trascendente, pero al leer que a El malvado ventrilocuo de Saint Olaf le había pasado algo parecido no pude resistirme. Hacía mucho que no me reía tanto con un blog (que he descubierto gracias a una amiga común), echadle uno o dos ojos.