martes, septiembre 28, 2004

Estoy pasandolo realmente mal.
Sólo recuerdo una vez en que me encontraba tan desanimado y desmoralizado. Aquella ocasión estuvo provocada por una depresión durante la universidad, y me costó años recuperarme.
Si me dejase llevar estaría llorando continuamente, pero como se que eso no va a solucionar nada trato de aguantar, aunque creo que lo único que consigo con eso es aumentar mi angustia vital.

He encontrado cierto alivio en un ejercicio mental que leí en una página web sobre métodos mnemónicos. Se trata del palacio de la mente. Este palacio es una casa imaginaria que uno construye en su memoria tratando de recrear los más pequeños detalles. Una vez "construida", la casa está lista para ser habitada y decorada. La finalidad de este ejercicio es obtener un recinto que pueda ser asociado con experiencias o datos dignos de ser recordados.
Mi casa mental, de momento, es pequeña y clásica. Tiene una decoración espartana, pero en el vestíbulo posee una hermosa escalera que conduce al segundo piso. Debajo de esa escalera, hay un hueco oculto, con una puerta disimulada que imita las molduras de madera blanca de la escalera. En su interior he encerrado a la parte de mi que más se ve afectada por los problemas y preocupaciones. De esa forma, la persona que ahora está sufriendo, no soy yo completamente, sino sólo una parte que no me importa demasiado.
Lo malo es que cada vez que entro en la casa, oigo los golpes que da mi otro yo rogando desesperadamente que lo saque de su encierro.