lunes, septiembre 20, 2004

Reconozco que estaba preocupado. Me preocupaba que un libro titulado con una figura poética, de un autor poco conocido y por si fuera poco español, se haya convertido en el éxito editorial del año. Traducido a decenas de idiomas y vendido por cientos de miles, "La sombra del viento" de Carlos Ruíz Zafón se ha extendido desde los escaparates a los transportes públicos y playas, haciéndo imposible durante este verano, el salir a la calle y no ver a alguien en posesión de un ejemplar.
Me preocupaba porque en realidad no sabía cuál era la temática del libro. Por algún prejuicio estúpido, suponía que sería una especie de ensayo medianamente poético acerca de la levedad (insoportable) del ser. Y me parecía aterrador que toda esa gente, muchos de los cuales jamás leen, estuviese enganchada a un libro así.
La mayor parte de la gente opina que es un libro maravilloso y que es de lo mejor que han leido en años (algunos de ellos en decadas).
Decidí que tenía que leer ese libro. A esa decisión contribuyó la opinión de mi amigo R, quien tiene una facilidad pasmosa para llevar la contraria a la opinión general. R opina que el libro es poco más que una basura y que lo podría haber escrito él mismo.

Así que lo he leido, y me he quedado muy tranquilo. El libro cuenta una historia atractiva y que mantiene el interés bastante bien, al menos, a mi me lo mantuvo hasta que entendí cuál era el propósito de esa novela.
El autor, seguro que inconscientemente, ha escrito un libro para gente que nunca lee. Para ello ha utilizado recursos que le permiten introducir escenas de acción y sexo, junto a bombas lacrimógenas en forma de capítulo de folletín. Porque eso es lo que es esta novela: un folletín a la antigua usanza, una historia de amor imposible. Una radionovela escrita sobre papel: Supuestos muertos que resucitan, hermanos perdidos y reencontrados, maldad extrema y sobre todo ello, un canto a la amistad que al fin y al cabo es una forma de amor.

Me ha gustado. Pero no es el libro de mi vida. Es cursi por momentos y lo he encontrado demasiado largo en algunos pasajes, pero claro, una propiedad de los folletines es la cursilería y la excesiva longitud.

En fin, se puede leer, pero no estoy seguro de que lea los siguientes, ya que el autor amenaza con una trilogía ambientada en los mismos escenarios y con algunos personajes comunes.