jueves, abril 08, 2004

Cuando era pequeño, el color verde me daba dolor de cabeza. Se que suena realmente raro, pero así era. Si miraba un dibujo coloreado en verde, o la hierba de un prado, inmediatemente notaba cómo se producía una molesta tensión entre mis oidos y mis ojos. A esa tensión la acompañaba una ligera y desagradable sensación de náusea. Al principio pensaba que era algo que le sucedía a todo el mundo, pero enseguida descubrí que sólo que ocurría a mi, que a la mayor parte de la gente, el verde era un color que le producía sensaciones agradables.
Esta curiosa sinestesia se fue pasando con el tiempo hasta que la olvidé. Hasta hoy. Hace un rato, mientras veía cómo p se probaba un vestido verde, esas viejas sensaciones de malestar volvieron, nítidas como si hubiese seguido sufriéndolas todos los días de mi vida.
Tengo miedo de mirar algo de ese color y comprobar el efecto que me produce. No lo entiendo y me molesta. ¿Podría ser que hay cosas que vemos cuando somos niños y que por alguna circustancia dejamos de percibir cuando nos hacemos adultos, salvo en contadas ocasiones en las que, por algún motivo ignorado, sufrimos una regresión?