martes, abril 06, 2004

La semana pasada estuve de vacaciones. Traté de olvidar todo lo que me recordase al trabajo, así que ni encendí el ordenador (sólo en algunos momentos de emergencia) ni el móvil. Este último sigue desconectado ahora. Resulta que no es indispensable para vivir!!! (quién lo hubiera dicho)
Por tanto, no tuve demasiadas ocasiones para hacer blogging y me he dado cuenta de los efectos que eso me causa. Inicialmente, la idea de escribir este diario era una especie de terapia para intentar sacar de mi, todas las cosas que me molestan (que a medida que me hago mayor aumentan en número), mediante el conocido procedimiento de escribirlas y hacerlas públicas. En esta semana sin apenas escribir, me he dado cuenta del gran bien que me hace. Hoy me desperté sintiendo una presión en el pecho, y he estado todo el día angustiado, sin saber por qué.
Puede que la culpa haya sido de la comida familiar del domingo en la que un pariente de un pariente nos contaba que sólo puede comer pollo y setas porque hace un régimen-super-super-estricto, pero que le ha venido muy bien perder siete kilos, porque ahora puede esquiar mucho más tiempo sin cansarse, y además los giros le salen mucho mejor.
O puede que la culpa sea de los terroristas suicidas y las cartas bomba, que siguen apareciendo como setas por todo el pais.
O quizá la culpa sea de haberme enterado que para cualquier trabajo miserable te piden un dominio perfecto del inglés, y sin embargo gente que no sabe una palabra de ese idioma consigue un trabajo glamouroso en una gran universidad angloparlante.
O que alguien me ha dicho que Farruquito va a dejar de bailar y piensa poner una autoescuela:
(-Aaaaaay, vamos a echarle la curpa al Richard que es menor y sólo lo van a meter en el tutelar...)

No lo se.
La verdad es que pronto hará un año que comencé a escribir este diario y sigo como al principio (o peor)