viernes, abril 23, 2004

Mi amigo R ha tenido un accidente con su coche nuevo. Bajando el puerto a 150 perdió el control y dió unos cuantos trompos hasta parar contra la mediana. Dice que fueron sus nervios templados los que le permitieron apartar el coche del precipicio, pero yo estoy seguro de que sólo ha sido suerte.
Él está bien, algo asustado pero bien. Es angustioso pensar como puedes perderlo todo, hasta tu vida, en una décima de segundo porque se rompa una pieza, te despistes cambiando la emisora de radio u ocurra algo totalmente ajeno a ti.
Me ha dicho que no te das cuenta de lo rápido que vas hasta que pierdes el control, cómo en cinco segundos ves flashes de toda tu vida.
Es morboso, pero me ha hecho ilusión que me dijese que en uno de los flashes que vió en aquel momento estábamos él y yo metiendo la cabeza en una fuente helada, una madrugada de un sábado de invierno de hace unos años (unos cuantos años...)