miércoles, mayo 19, 2004

Cansadísima la semana en Madrid (una vez más).

La verdad es que empezamos pronto y con un experimento arriesgado. El domingo por la tarde hicimos casi 500Kms en coche con una niña de 3 años recién cumplidos (p). No fue mal del todo. P y yo nos turnamos, uno conduciendo y el otro yendo con ella en el asiento de atrás. Bien pertrechados de juguetes y con unas dosis de paciencia que ambos desconocíamos.
p sólo vomitó una vez en todo el viaje.
Por otra parte, la semana me ha servido para aprender varias cosas:

a) Pregúntale a cuatro madrileños cual es la mejor forma de llegar a algún sitio. Por ejemplo cierto parque empresarial de un pueblo de las afueras (pongamos Las Rozas). Cada uno de ellos te asegurará que la mejor forma de llegar es... (póngase cualquier combinación de diversos métodos de transporte público y/o coche particular o taxis)
b) Que elija el método y ruta de transporte que elija, tardaré 1 hora y 45 minutos en llegar.
c) Que si en el metro tienes dos formas de llegar al mismo sitio y una de ellas implica un transbordo largo y otra uno corto. El largo significa caminar un par de kilómetros ayudado de cintas transportadoras (bastante agradable si no tienes prisa), y el corto significa descender (o ascender) cinco niveles con las escaleras mecánicas estropeadas)
d) También hemos aprendido que p es capaz de mentir si se lo propone. La hemos convencido de que aunque ya tiene tres años, si algún taquillero del metro museo o parque de atracciones le pregunta la edad, le diga que tiene dos años. Nos ha preguntado que hasta cuando va a tener dos años. Le hemos dicho que hasta el viernes.
e) Que Neptuno, el viril rey del mar, se convierte en una drag-queen de baja estofa cuando le alumbran con un foco malva. Vease lo que ha hecho el alcalde con esta ciudad.
f) Que si es gratis, los madrileños se apuntan a un bombardeo. Igual da que sea el funeral de un especulador homicida y corrupto o la boda de un príncipe. Me gustaría que hubieseis visto cómo estaba la plaza de Cibeles hace una hora.

Mañana terminamos el experimento. En cuanto acabe con el trabajo, nos uniremos a la marabunta de gente que va a huir de la capital para estar lo más lejos posible en cuanto comience La Boda. Al final va a tener razón Joaquín Sabina: Esta es la boda del siglo. Pero del siglo XIV.