jueves, octubre 30, 2003

Dice Raúl López (base de los Utah Jazz), en El País del 27 de Octubre, cuando le preguntan qué tal se defiende en inglés:
"No soy un deshecho de virtudes, pero ahora entiendo todo lo que me dicen los entrenadores..."
En primer lugar voy a asumir que el jugador ha dicho "desecho de virtudes" y que el reportero ha transcrito mal la palabra:
Un "desecho de virtudes", evidentemente el jugador quería decir "dechado de virtudes"

dechado.
(Del lat. dictātum, precepto, enseñanza).
1. m. Ejemplar, muestra que se tiene presente para imitar.
2. m. Labor que las niñas ejecutan en lienzo para aprender, imitando las diferentes muestras.
3. m. Ejemplo y modelo de virtudes y perfecciones, o de vicios y maldades.


No obstante, la expresión "desecho de virtudes" es interesante:

desecho.
(De desechar).
1. m. Aquello que queda después de haber escogido lo mejor y más útil de algo.
2. m. Cosa que, por usada o por cualquier otra razón, no sirve a la persona para quien se hizo.
3. m. Residuo, basura.
4. m. Desprecio, vilipendio.
5. m. Lo más vil y despreciable.
6. m. Am. atajo (ǁ senda).


Vamos, que si a alguien le sobran virtudes y me las da, me convierto en un desecho de virtudes, además seguramente, serán virtudes viles y despreciables. La virtud tiene connotaciones claramente positivas, pero en el mundo en que vivimos, ¡cuántas virtudes se convierten rápidamente en bajezas!
Desde luego, en política, ser honrado, consecuente o coherente, puede suponer más problemas que beneficios, además de que los compañeros de partido te consideren un traidor despreciable. Por tanto, si las virtudes no son útiles en nuestro mundo y las desechamos, el desecho que las recoja, en realidad será un dechado.
Pero, ¿y si las virtudes son las teologales...?
De cualquier modo, está muy bien que se hable de otro Raúl que no sea el de siempre.