lunes, octubre 06, 2003

En otro canal están poniendo una de las películas más divertidas y a la vez terribles que he visto. La vaquilla del maestro Berlanga. Es una película sobre la guerra civil española, y en ella, en clave de humor, se muestra el horror de lo que es una guerra civil. Familias divididas por una línea del frente, enemigos que ayer eran tus vecinos, dos modos de vida diferentes que en el fondo significan lo mismo...
Al principio de la película hay una escena en la que los dos bandos (Nacionales-Fascistas y Republicanos-Rojos) se ponen de acuerdo para hacer una pequeña tregua en un punto del frente y realizar el intercambio semanal. Este intercambio se debe a que los Nacionales tienen tabaco, pero no tienen papel de fumar, al contrario que los Republicanos, que disponen de papel, pero no de tabaco. Así que organizan un intercambio de tabaco por papel y así fuman todos. Un oficial de cada bando se dirige a un punto neutral del frente acompañado por un soldado que lleva su mercancia correspondiente. Mientras hacen el recuento de la mercancia, los soldados hablan entre ellos. El rojo le dice al fascista que a ver si le puede dar un recado a su novia que está en un pueblo de la zona nacional. Cuando el fascista oye esto, se le ocurre una idea y se dirige a su brigada y le propone que ya que el soldado republicano tiene a la novia en territorio nacional, y él, que es catalán y tiene a la familia en la zona republicana, podrían intercambiarse y así todos quedarían contentos, que como sólo son dos soldados no iba a haber demasiada diferencia.
Por supuesto, su oficial, animado por el republicano, le da dos bofetadas y le dice, mientras fuma un cigarrillo recién liado, que la guerra es algo muy serio para tomarse a cachondeo.
Los españoles tenemos muchas cosas malas, pero una muy buena y de la que deberíamos estar orgullosos, es haber sido capaces de cicatrizar tan rápidamente una herida tan profunda y relativamente reciente, mi abuelo está vivo, y estuvo en esa guerra, y como él, muchas personas que veo todos los días cuando salgo a la calle.
Ojalá en otros lugares tengan esa capacidad y dentro de 50 años puedan recordar su pasado tal como hacemos nosotros.