sábado, febrero 28, 2004

Al final, resultó que Mirta Bertotti ni es gorda ni es mujer. Es un hombre que se llama Hernán y que ha desarrollado "un experimento de ficción", el cual le ha salido bastante bien, ya que ha creado uno de los blogs en español más visitados.
Desde el principio se especuló con que las historias de Mirta eran demasiado buenas y divertidas para ser reales, pero una legión de seguidores (y la propia Mirta) proclamaban la veracidad del asunto. Creo que incluso había lectores que decían conocer a alguien que conocía a la familia Bertotti. No me extrañaría que el turismo al pueblo de los Bertotti (Mercedes) haya aumentado.
La verdad es que algunos posts eran demasiado delirantes para ser ciertos, por ejemplo la historia del peep show con webcam organizado por la hija con los consiguientes cabreo del progenitor y paliza. Y qué decir de la abducción extraterrestre de uno de los últimos posts. Pero aún así, a docenas de lectores les han roto el corazón al descubrir que Mirta y su familia no son reales (al menos fuera de la imaginación del autor). Estoy seguro de que habrá gente que se resista a creer lo evidente y piensen que el propio Hernán es un invento de Mirta y no a la inversa.

¿Cuál es el objetivo de hacer algo así? ¿Agradar? ¿Divertirse? o conseguir un contrato para escribir un libro tal como han hecho la puta de lujo (perdón, Call-girl) Belle o el iraquí
Salam Pax
Yo supongo que lo lógico es empezar como un mero entretenimiento, ver que se ha logrado cierto éxito y agarrarse a las oportunidades que éste brinde. ¿O no está la vida muy mal para dejar pasar cualquier oportunidad de prosperar?

Yo estoy casi seguro de la autenticidad de los blogs que leo, porque se que los autores de algunos de ellos también me leen. Creo que todos mis amigos de la Open List son reales. Bueno, casi todos. No me extrañaría que alguno de ellos fuese un personaje de ficción que escribe un blog como si fuese una persona normal :)

¿No sería bonito:?
La blogosfera, un espacio donde seres reales conviven con los imaginarios, igual que en el Toontown de Roger Rabbit. Un lugar donde todo es posible hasta que a alguien también se le ocurra la forma de terminar también con esto.