martes, marzo 16, 2004

Hoy me gustaría comentar uno de los aspectos oscuros del matrimonio. Al menos en mi caso. Quiero decir que ha aparecido tras casarme, pero probablemente el matrimonio no sea una condición necesaria para que esto ocurra. Supongo que también se podrá dar en cualquier relación de convivencia.
El asunto al que me refiero es que aparte de convertirte en marido, pareja-oficial, compañero legal, etcétera, te conviertes en una mula de carga.
Quiero dejar claro, que esto no tiene nada que ver con la pareja que tengas. Es algo independiente, que llega poco a poco, sin darte cuenta.
Llegará un día en el que estés porteando alguna de las cargas que comentaré a continuación y pensarás: "Pero qué ha pasado. Si antes, yo hacía este mismo recorrido con las manos en los bolsillos..."
El proceso es más o menos como sigue.
Suele comenzar con la emancipación, es decir, cuando te vas del hogar famililar (sí, algunos imbéciles lo hemos hecho) para vivir solo o con tu pareja. Tu madre aprovechará para deshacerse de cantidad de cosas que le molestan (tus cosas) para poder convertir tu antigua habitación en una sala de costura, habitación de invitados, salón de juegos o lo que sea que se le ocurra.
Para facilitarte las cosas, tu madre lo habrá metido todo en cajas de cartón. Tú, al ver el volumen de dichas cajas habrás pensado: "Vida nueva, cosas nuevas. Se va todo a la basura". Pero no. Serás incapaz de deshacerte de la mayor parte de esas cosas que has acumulado durante tu vida porque son im-pres-cin-di-bles. Además, como en tu casa habrá sitio de sobra...
Tu carrera de porteador ha comenzado. Ya no tienes vuelta atrás. Es probable, que además, tengas que hacer lo mismo con las cosas de tu pareja. Da igual, estás muy contento porque al fin y al cabo esto es algo emocionante.
Por cierto, cuando hayas metido en tu casa todas las cajas, verás que no tienes tanto sitio como pensabas y que realmente puedes prescindir de muchas cosas, por lo que es probable que vuelvas a portear las cajas, esta vez con dirección al contenedor de basura.

Las vacaciones nunca volverán a ser lo mismo. Antes te ibas con una ligera bolsa en la que llevabas unos cuantos calzoncillos y calcetines y ahora llevas una maleta que a duras penas entra en el maletero del coche (a mi me han rechazado en algún taxi por el tamaño de la maleta). Mientras la arrastras (las que tienen ruedas son más cómodas, pero ojo con las cuestas abajo), te preguntas cómo puede pesar tanto si sólo hemos metido lo indispensable. Y es que ya estás metido completamente en tu nuevo papel de mula de carga.
Este papel tiene un momento importante cuando nace tu primer hijo, porque las posibilidades de hacer de mula se incrementan considerablemente. Nada, pero nada en el mundo, puede mover más bultos que un bebé. Olvídate de ir a la playa con una toalla y unas chanclas o a la piscina sólo con el bañador. De eso nada. Tendrás que llevar cunas portátiles, bolsas con ropa, meriendas, biberones, pañales, cremas, medicamentos, el coche del bebe o la sillita. Y adivina quien lo va a portear... Y no te digo nada si el bebé se va de fin de semana con los abuelos para que descanseis. ¿Descansar? Eso es lo que te va a hacer falta después de trasladar toda la impedimenta del bebé. Y piensa, que el domingo hay que traerla de vuelta.
Estate atento, porque cualquier factor aparentemente inofensivo puede convertirse en una nueva carga. Literalmente hablando, claro.
Por ejemplo:
¿Un cachorro de cocker spaniel?
No. Un saco de catorce kilos de comida dietética cada dos meses.

Adoro esos supermercados que por una módica cantidad te llevan tus compras a casa, eso si que es un gran logro de la civilización. Pero curiosamente siempre tendrás que acabar llendo a uno que no lo hace, o que queda tan cerca de tu casa que te da vergüenza encargar el transporte, con lo que estarás arrastrando por la calle un montón de bolsas de plástico que poco a poco te destrozan las manos, mientras tu intentas aparentar que no pasa nada, que lo haces todos los días y que podrías cargar con otra docena de bolsas más. Cuando llegas (de milagro) al semáforo, apoyas las bolsas en el suelo y te miras las manos, normalmente con una expresión de horror al ver los macrosurcos que te están haciendo las bolsas. Es en ese momento cuando pienso:
"Soy una puta mula de carga. Soy la puta mula de carga"