viernes, marzo 19, 2004

P suele decirme que llevo los zapatos hechos un asco. Me obliga a comprar zapatos aunque yo esté cómodo con los que llevo. A veces consigue que me compre dos pares de una sola vez. Yo no entiendo para qué, si con un par en mi armario ya me basta.
He leido el libro ADN de James Watson, en parte para ver si el premio Nobel era capaz de dar una explicación genética a la diferencia entre hombres y mujeres ante unos zapatos. Pero no. Habla mucho acerca de ADN mitocondrial, alelos y guisantes, pero de zapatos ni una palabra.
No entiendo cómo las mujeres pueden acumular tantos zapatos a lo largo de su vida (P guarda unos que dejaron de servirle cuando tenía 14 años), algunos de ellos, pese a tener años, tienen sus suelas prácticamente nuevas, ¿por qué? ¿porque pisan flojito o porque los usan pocas veces?, yo creo que hay zapatos femeninos que tienen que sentirse tremendamente frustrados, por haber sido comprados con mucha ilusión, por una cantidad imponente para ser utilizados en sólo un par de ocasiones importantes.
En mi armario guardo un par de zapatos antiguos, los de mi boda. Aunque ya los he utilizado unas cuantas veces (básicamente cada vez que voy a una boda). También hay un par de zapatos nuevos, los que pondré cuando los que llevo en estos momentos no resistan más.
Quizá P tiene razón. Mis zapatos se gastan rápido, porque camino bastante, tengo unos pies tipo barca y cuando estoy cómodo con un par de zapatos, sólo utilizo ese par. Pero creo que no se da cuenta de que los zapatos son como la vida. Al principio brillan pero molestan, y cuando te acostumbras y te sientes cómodo con ellos hay que tirarlos.